La obra del guatemalteco Máximo Soto Hall desafió las pretensiones de que la narrativa costarricense se enmarcara a partir de las costumbres y fuera de asuntos controversiales.
Desde 1998, el electorado, lentamente formado a lo largo de los siglos XIX y XX, está en retirada de las urnas.
Exactamente como ahora, hubo un claro predominio de quienes anteponían sus creencias religiosas y sus arraigados prejuicios a los derechos y la salud de las mujeres costarricenses.