La perspectiva fiscal para el mediano y largo plazo en Costa Rica ya era compleja al final de la crisis del 2007-09. Era claro que, como sociedad, teníamos que resolverla con mayores ingresos para el fisco y menor crecimiento del gasto público corriente. Eso nos daría un déficit fiscal sostenible en el mediano y largo plazos y nos dejaría espacio para aumentar razonablemente la inversión pública de alta rentabilidad, y mejorar así la productividad y crecer más.
La mejora en las finanzas públicas en el 2005-2007 había dejado algún margen de maniobra para discutir las propuestas de ajuste fiscal, margen que hemos venido consumiendo con los altos déficits fiscales actuales. Era un margen más largo si la economía mundial no se complicaba y más corto si lo hacía.
Lamentablemente, el margen se nos acortó y la consecuencia de no actuar en el poco tiempo que puede quedarnos, aparte de mantenernos en una trayectoria fiscal insostenible, sería tener que enfrentar las consecuencias de una posible, subrayo posible , nueva crisis global, sin contar con todas las herramientas necesarias.
Que se presente o no esa situación externa, depende de que en Europa se desate o no una crisis importante. Todavía no estamos ahí, pero no es un evento descartable. Una crisis más seria en Europa podría contagiar no solo a EE. UU., sino también a China y otros países emergentes. Esto podría hacer que entidades y personas alrededor del mundo vuelvan a aumentar su aversión al riesgo, como en el 2008. Sacarían parte de sus capitales de algunos países europeos y de los emergentes, incluido el nuestro, y se irían a refugiar a los preferidos bonos del Tesoro de EE. UU. Esto produciría desaceleraciones adicionales o caídas en las economías desarrolladas y en las de los países emergentes, lo que afectaría negativamente a la nuestra.
En ese contexto, es fundamental que la situación de las finanzas públicas, junto con la monetaria, no solo nos brinde condiciones favorables para el crecimiento en tiempos normales. También, ambas deben permitir enfrentar choques externos, haciendo que, por un tiempo, la demanda interna aumente cuando caiga la externa; que haya recursos para apoyar el ingreso y el empleo especialmente de los más vulnerables; que sea posible utilizar transitoriamente las reservas internacionales para contribuir a estabilizar la economía; que se pueda fortalecer temporalmente la liquidez del sistema financiero, y enfrentar períodos de recortes en el financiamiento externo o salidas de depósitos. Mucho de esto ya se hizo en el 2008-09 y alivió parte de los costos de la crisis anterior.
Buenas defensas. En la actualidad, las defensas que se tienen en el Banco Central son buenas, con reservas de dólares adecuadas, inflación baja y con espacio para brindar liquidez adicional al sistema financiero si se le disminuye por otro lado. Además, ese sistema está bien capitalizado y el país está menos expuesto al endeudamiento externo.
Sin embargo, a esas buenas defensas les hacen falta las fiscales para tener un blindaje adecuado.
En opinión del Banco Central, es fundamental que nuestro país vuelva a tener pronto unas finanzas públicas sanas y flexibles, con la adopción de medidas efectivas, sin espejismos ni soluciones mágicas como algunos proponen. Lo contrario significaría no solo tener que lidiar una crisis interna por la insostenibilidad fiscal a la que inexorablemente nos dirigimos, sino tener que enfrentar los efectos de una posible crisis externa sin los instrumentos necesarios para hacerlo al menor costo.
Algunos dirán que mayores impuestos son solo parte de la solución y eso puede ser cierto, pero es indudable que son necesarios, junto con otras medidas como los otros proyectos de ley que presentó el Gobierno o las que ejecuta Hacienda para contener el crecimiento del gasto corriente. Otros dirán que no es conveniente poner impuestos porque podrían desacelerar la economía. A los que así opinan se les olvida que la falta de más impuestos y de otras medidas de ajuste fiscal, podría tener efectos peores sobre el crecimiento.
Es una cuestión de balances entre costos y beneficios, de ponderar riesgos. Lo importante es no perder el tiempo ni la oportunidad que todavía tenemos. Esto requiere de un claro liderazgo, que lo hay, disposición de negociar en el Gobierno y la Asamblea Legislativa, contando ojalá con el apoyo de los empresarios, sindicalistas y otros grupos de la sociedad.
El calendario se complica, porque se acaban las sesiones extraordinarias de agosto en la Asamblea Legislativa, donde a partir del 1.º de setiembre, en materia hacendaria, puede predominar la discusión del Presupuesto Nacional del 2012. Es un calendario complejo, pero, con voluntad política y responsabilidad nacional, es posible aprobar reformas fiscales pronto. Esperar más tiempo puede ser muy caro, en particular si la economía mundial se deteriorase rápidamente. Actuar rápido va en beneficio de todos y así lo deberían entender también, quienes quieran gobernar responsablemente el país en el futuro con una economía que pueda navegar sin naufragar en las tempestades que ya sabemos que se avecinan y las que pueden seguir.
El tiempo es oro..