La última imagen que vio don Álvaro Jiménez Villalobos antes de sentirse mal y desmayarse en la gradería sur del Estadio Alejandro Morera Soto fue la de los jugadores de Liga Deportiva Alajuelense calentando previo al juego de ida de la semifinal contra Herediano. Cuando el partido estaba en desarrollo, su corazón dejó de latir en el Hospital San Rafael de Alajuela.
Ese aficionado oriundo de San Pablo de Heredia, tenía 78 años y observaba de frente esa gramilla que según su hija Lilliana, él siempre llamaba “la mejor cancha”.
Cuando los paramédicos atendieron la emergencia, se percataron de que estaba sufriendo un paro cardiorrespiratorio. Hubo una respuesta positiva con las maniobras iniciales y lo trasladaron de urgencia al hospital, donde falleció por un infarto.
Una aficionada contó que lo vio sonreír mientras subía las gradas para ir a su butaca en la platea sur. Saber eso fue un consuelo para Álvaro y Lilliana, dos de los hijos de don Álvaro.
“Mi padre siempre fue aficionado a Liga Deportiva Alajuelense y a todos los integrantes de la familia nos inculcó ese amor por la Liga, que fue su gran pasión. Él jugó con los Diablos Rojos aquí en San Pablo. Siempre estuvo ahí, después dejó de jugar y se dedicó a trabajar por la familia”, contó Álvaro Jiménez Salas en charla con La Nación.
Recordó que su papá lo llevó al estadio por primera vez y que con el paso de los años lo que hacían era que se reunían en las casas de la familia para ver los partidos de la Liga.
Sin embargo, se dice que siempre se regresa a donde se fue feliz. Eso pasó con don Álvaro. A ellos les surgió esa naturaleza de volver al estadio, más que todo a los partidos en el Morera Soto.
“Mi hermana también, ella creció con espíritu futbolero queriendo los colores de la Liga y ella se hizo socia del club. Sabíamos que él era feliz en el estadio y que fuera otra vez era como devolverle algo de lo que nos dio cuando nos llevaba al estadio, que viviera otra vez el fútbol, pero en las graderías, apoyando al equipo”.
El domingo pasado estuvo presente en la Catedral y disfrutó a más no poder con los goles de Jonathan Moya, Kevin Cabezas, Carlos Mora, Joel Campbell y Diego Campos ante Guanacasteca. También compartió con exjugadores del club a quienes se les hizo un homenaje por los 20 años del título de Concacaf en la final contra Saprissa de 2004 y hasta se tomó una fotografía con el León.
Don Álvaro regresó al Morera Soto para el inicio de la semifinal del equipo masculino y su plan era no perderse al día siguiente el juego de las leonas, porque también amaba apoyar al representativo femenino. No obstante, en su destino estaba escrito otro plan.
“Hace unos años tuvo complicaciones, nunca le dio un infarto, pero cuando le hicieron estudios en el hospital, se dieron cuenta de que su corazón necesitaba un apoyo, que era el marcapaso”, manifestó Álvaro Jiménez.
Todo aquel proceso se efectuó en el Hospital México, donde duró alrededor de un mes y las cosas salieron perfectas. El marcapaso empezó a trabajar bien, le ayudó al corazón y don Álvaro comenzó a tener otro estilo de vida.
“Ya lograba hacer actividades que antes no podía, porque se cansaba y otras situaciones que le daban a él. Lo del miércoles solo Dios y mi papá saben por qué fue, porque fue repentino. Lo que rescatamos es que se fue con lo que más amaba, que es la Liga”.
‘Se fue como quería, con la camisa de Alajuelense, con la vincha y con la bufanda’
”No sufrió, no lo vimos en un accidente fatal, no lo vimos en una cama sufriendo. Se fue con un infarto y no sintió gran dolor, su corazón rojinegro se apagó. Se fue de una bonita forma con lo que siempre amó, con lo que siempre quiso”.
El impacto fue muy grande para todos en la familia, pero a la vez, se sienten agradecidos con Alajuelense y con el liguismo, por las muestras de cariño en un momento difícil.
“Dios ya lo tenía planeado así para muchas cosas; tenemos el dolor de su partida y ver la reacción de la gente nos conmueve más, porque esto refleja que todavía tenemos más esa esencia tica de apoyarnos, de dejar un poco la violencia y esas cosas. Lo despedimos y se fue como quería, con la camisa de Alajuelense, con la vincha y con la bufanda. Yo sé que él se fue muy contento”, relató el hijo de don Álvaro.
Contó que han recibido muchos mensajes de solidaridad, inclusive hasta de gente de otros equipos y quiso hacer hincapié en eso, porque a veces se distorsiona el propósito real del fútbol.
“Aquí uno se da cuenta de que los colores en ciertos momentos unen. Del partido él no vio nada, pero qué bonito habría sido que tal vez su último partido fuera una final y que la Liga quedara campeón para él. Tal vez los mismos jugadores al conocer esta historia, mi padre se vuelva una motivación más. Uno nunca sabe, además, no es cualquier equipo, es la Liga y tienen con qué”.
Por más difícil que sea, hoy comprende que la muerte también es parte de la vida.
“Son cosas que pasan, lo peor ya lo pasamos, que era darle el hasta luego al llevarlo a la fosa. Es un golpe que uno no espera, pero con más tranquilidad, rescatamos muchas cosas buenas. Mi papá era un gran ser humano y con la ayuda de Dios ahí vamos saliendo adelante”, concluyó.