:quality(70)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/gruponacion/FGF4TPSYPBCRVK56PUTXKIDMQY.jpeg)
Los homicidios van en aumento. (Edgar Chinchilla)
Entre los muchos tipos de violencia están la física, psicoemocional, laboral, patrimonial, económica, docente, familiar, institucional, comunal, sexual y social.
La violencia la originan muchas causas: la corrupción, la pérdida de valores, la educación, la desigualdad social, la falta de oportunidades, el contenido de las redes sociales, las drogas y la pérdida de confianza en los líderes políticos.
Las conductas agresivas pueden comenzar en la infancia o la adolescencia, y debemos atacarlas mediante cambios radicales en la sociedad. No debemos dejar que se descomponga el tejido social. Hay que resolver el grave problema educativo para propiciar la movilidad social.
Debemos promover y fortalecer valores como el respeto, la integridad, la tolerancia, el pluralismo, la diversidad, la honestidad, la justicia, la solidaridad y la responsabilidad. No debemos seguir polarizando a la sociedad. Costa Rica es una sola y siempre debemos pensar en el bien común.
Es muy preocupante el irrespeto a las autoridades educativas y la violencia en los centros de enseñanza, así como el bullying, la violencia verbal, escrita, física, material, psicológica y sexual.
Los valores éticos y morales comienzan a formarse en el hogar y la escuela. Como sociedad, debemos buscar soluciones a los graves problemas económicos y de hacinamiento, a las carencia de servicios básicos, al maltrato —psicológico, físico y sexual—, al irrespeto, que con frecuencia acaban causando daños irreparables.
Atrapados
Vemos con preocupación el aumento de heridos en riñas, asaltos y ajustes de cuentas, que abarrotan los servicios de emergencias de los hospitales públicos. Más hogares costarricenses viven entre rejas y prácticamente encarcelados, sin áreas verdes seguras para practicar deportes o tener un espacio de esparcimiento familiar.
La inseguridad creciente se está convirtiendo en un serio problema para atraer inversiones, generar empleo, incrementar el turismo y vivir en paz. Las cámaras parecen que no son respetadas por los delincuentes.
Las cárceles están saturadas y el modelo de integración a la sociedad de los reos no parece estar dando buenos resultados. La administración y la ejecución de una justicia pronta y cumplida solo parece ser un anhelo.
A la Corte Suprema de Justicia se les asignan más obligaciones, sin evaluar los recursos y las prioridades. Hay juicios que duran más de una década y muchas veces caduca el plazo para castigar el delito, lo que provoca la sensación de impunidad.
Drogas
El consumo de marihuana, opioides, cocaína y éxtasis produce la descomposición social y la violencia. La marihuana, si no se controla, origina un mercado creciente cuya consecuencia es violencia y costos en salud pública.
No existe ninguna sanción social. El abuso de las drogas afecta a los jóvenes. El consumo de marihuana para fines recreativos debe regularse y controlarse, y no seguir deteniendo y abriendo miles de expedientes o encarcelando a los consumidores.
Debemos primero educar a la juventud sobre los riesgos que conllevan las drogas. Hay que hacer un esfuerzo como sociedad para que comprendan las consecuencias de seguir la “guerra” que estamos perdiendo debido al tráfico y consumo creciente de drogas.
Vemos más ajusticiamientos y acciones violentas. Las drogas son un enemigo silencioso que, al causar adicción, genera no solo problemas de salud y violencia, sino también la destrucción del endeble tejido social.
Cuando los golpes al narcotráfico en los puertos del Pacífico y el Caribe rondan los $1.900 millones, en los últimos cuatro años por el decomiso de 60 toneladas de cocaína, debemos encender las alarmas para evitar que con los millonarios recursos penetren las esferas del gobierno y la sociedad. El lavado es muy difícil de investigar y sancionar.
No cabe duda de que la vulnerabilidad social es un detonante de la inseguridad y que debemos buscar soluciones integrales y sostenibles. El 66 % de la población considera que la inseguridad es un problema creciente y urgente de corregir.
Pero para resolver cada problema se crea una institución. Hay 15 que conforman el sector de seguridad ciudadana y justicia, pero no existe una verdadera coordinación, rectoría, visión, comunicación y acción.
Cada institución actúa de acuerdo con los cuerpos normativos de su ley y bajo las directrices de su ministro rector. Será difícil el éxito bajo esta telaraña institucional.
Los problemas son muy complejos y no están claros los papeles y responsabilidades en este problema de inseguridad y violencia. No debemos seguir en forma desintegrada. Hay que actuar en una ruta bien estructurada a fin de evitar duplicidades y costos crecientes sin resultados.
El autor es ingeniero.