Es posible que la taza de café que tomamos en la mañana, como parte de nuestra rutina diaria, contribuya a la pérdida de bosque tropical. Ante ello, nuestra primera sensación posiblemente sea culpar a los productores de café o las personas que no pueden vivir sin él.
El análisis es más complejo, sin embargo, y tiene que ver con uno de los puntos débiles de la cadena mundial de suministros de alimentos: la deforestación vinculada a la agricultura y ganadería industriales.
La cadena de suministro de alimentos involucra una serie de actividades que, en términos muy generales, van desde la búsqueda de materias primas, su posterior transformación, fabricación y transporte, hasta la entrega del producto al consumidor final.
Me propongo comentar sobre el primer eslabón de la cadena, es decir, la búsqueda y provisión de materias primas para producir alimentos, pero, como consumidora, participo activamente en el último de los eslabones. Por eso, considero relevante reflexionar sobre el tema a continuación.
Según datos de la organización Global Forest Watch, nuestro voraz apetito por el aceite de palma, la soya, la carne de res, el café, el cacao y otros productos básicos, como el papel, impulsa el 40% de la deforestación global.
Una de las grandes razones de que esto suceda es la incapacidad de rastrear de dónde provienen los productos que consumimos.
Los grandes actores de la industria agroalimentaria, conscientes del riesgo reputacional que corren, adoptaron compromisos de cero deforestación (CCD, por sus siglas). No obstante, los productores más pequeños, que proveen materias primas a las corporaciones globales en los países en desarrollo, no siempre forman parte de esos compromisos.
Así lo expone un artículo publicado en el 2021 por la revista Global Environmental Change, titulado “Designing effective and equitable zero-deforestation supply chain policies” (Diseño de políticas eficaces y equitativas para la cadena de suministro cero deforestación).
El documento, disponible en internet, toca un asunto fundamental: la inequidad en el acceso a las políticas ambientales.
Tras evaluar veintiocho compromisos de cero deforestación, en cuatro materias primas consideradas de alto riesgo, sus coautores concluyeron que las grandes empresas no controlan de manera proactiva a los proveedores más pequeños, directos o indirectos, y solo toman medidas de cumplimiento reactivas cuando se detecta la tala.
Es decir, estas corporaciones establecen un compromiso, político y empresarial, para evitar la deforestación asociada a la provisión de materias primas. Sin embargo, no todos los actores que les proveen insumos están en posición de participar en los CCD.
Políticas ambientales accesibles
¿Cómo garantizar la participación de todos los actores de la cadena de suministro en la política ambiental? Los coautores plantean varios principios clave para alcanzar el objetivo.
Estos principios se pueden agrupar en dos categorías: aquellos que son responsabilidad exclusiva de las grandes empresas, y que implican tener en cuenta las capacidades de los proveedores al fijar objetivos de producción sostenible; y otros que atañen a la relación entre estas y los productores de materias primas.
En la primera categoría, recomiendan que las empresas sean más rigurosas a la hora de diseñar los CCD, con el fin de evitar fisuras y oportunidades de fuga; se esfuercen más en garantizar que los agricultores sean conscientes de las exigencias del mercado y que tengan tiempo suficiente para adaptarse.
Asimismo, se deben otorgar beneficios a los productores que cumplen los CCD, incluidos los pagos para compensar la pérdida de ingresos a consecuencia de los cambios. Y que, cuando las empresas supervisen el cumplimiento, lo hagan teniendo en cuenta las circunstancias individuales del productor.
En la segunda categoría, invitan al trabajo conjunto, entre unos y otros, para elaborar las normas y procedimientos de implementación de los CCD, especialmente con los miembros de la cadena de suministro más afectados por los cambios en la manera de producir.
También es necesaria la coordinación de los compromisos de cero deforestación con los socios locales, regionales, así como otros aliados relevantes en el diseño de políticas, tanto públicos como privados, con el fin de asegurar la inclusión, la cooperación y, muy importante, la sincronicidad.
Los coautores advierten que estas soluciones, basadas en el mercado, son una estrategia intermedia en el viaje hacia el desarrollo de economías y sistemas alimentarios más sostenibles.
Las soluciones a más largo plazo precisan reconsiderar la dependencia que tienen las economías tropicales de las exportaciones agrícolas para el crecimiento y el desarrollo económicos.
Además, señalan que “los países de altos ingresos, en el norte global, deben asumir una mayor responsabilidad por sus huellas de consumo y, en último término, los gigantes agrícolas y el sector en su conjunto deben aceptar la responsabilidad general por las desigualdades que imponen y el papel que desempeñan en el desarrollo sostenible”.
No obstante, en el sur global, los consumidores también estampamos nuestras propias huellas de consumo en el planeta.
La taza de café
En Costa Rica, por lo general, los lotes pequeños de café se secan de forma artesanal, en unos patios acondicionados para ese fin. Quienes producen café a escala industrial para la exportación lo hacen de forma mecánica, mediante grandes hornos que funcionan con leña. Estos hornos trabajan de forma intensiva en el período de cosecha.
El uso de leña como fuente de energía en procesos industriales no es una cuestión menor. De hecho, es una preocupación global.
Actualmente, los países miembros de la Unión Europea (UE) trabajan en un reglamento más estricto, relativo a la comercialización y exportación de materias primas como el café y el cacao, consideradas commodities de alto riesgo para el bosque tropical.
La UE quiere poner el acento en la trazabilidad de la cadena de suministro de alimentos para evitar caer en lo que ellos denominan “deforestación importada”.
La pregunta obligada es si nuestros productores, y sus socios que comercializan exitosamente el café de Costa Rica alrededor del mundo, tienen una fuente alternativa de energía sostenible a la leña o, si por el contrario, harán la vista gorda hasta que las circunstancias obliguen a actuar.
La autora cuenta con 15 años de experiencia internacional en las Naciones Unidas y la Unión Europea. Oriunda de la zona de los Santos, trabaja como consultora internacional en sostenibilidad aplicada a la industria agroalimentaria. Lectora asidua y fiel seguidora del músico canadiense Neil Young. Siga a Manuela en Facebook y Linkedln.