Columnistas

Polígono: La infección

Si un escritor describe, en un cuento o en una novela, los motivos y los actos de un asesino, ¿lo hace porque él “es” un asesino idéntico al de la historia? Para algunos, parece que sí.

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Al calor de la campaña política que hoy concluye, algunos críticos improvisados –o más bien, desorientados– practicaron lo que muchos podrían considerar una leve forma de censura, aplicada, tan solo de manera temporal, a la creación literaria. Es importante tomar nota de que, en realidad, se trató de un acto vergonzante de intolerancia, que consistió en confundir deliberadamente a un creador artístico con su obra, con el único fin de desprestigiarlo y haciendo caso omiso de las circunstancias en las que un artista realiza su trabajo y de los recursos que la naturaleza del arte le permite, y a veces le exige, al creador. Estos manipuladores de la crítica no vacilan en tomar un trabajo artístico como pretexto para desautorizar, no a los personajes o a otros elementos de la obra, sino a la persona del artista.








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