Columnistas

Polígono: Echar o no echar

Si el nuestro es un sistema democrático, ningún acto de conciencia de una persona justifica su expulsión de un partido político.

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Aun cuando es inevitable que un partido político establezca mecanismos para excluir a determinadas personas de posiciones de dirección interna o de candidaturas a puestos electivos, la adhesión al partido la decide unilateralmente cada individuo y solo por este puede ser revocada. Al recibir la noticia de que se iniciaría un proceso que podría conducir a la expulsión de algunos miembros de un partido político costarricense, de lo primero que dudamos fue de su legitimidad. Pese a que vivimos sumergidos en un clima de simplificación mediática que incita a tomar las decisiones con base en eslóganes, de inmediato pasamos a preguntarnos de qué naturaleza podrían haber sido los actos repudiables por lo que se les condenaría eventualmente a la exclusión: después de todo, una vez que un candidato a la presidencia de Estados Unidos declaró que él podría, sin consecuencias electorales, matar a alguien en las calles de Nueva York, uno podría asumir que quien quisiera ganarse la expulsión de una agrupación política tendría que llegar al extremo de asesinar a su progenitora en un expendio de hamburguesas repleto de clientes.








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