El control policial y las cárceles de seguridad no resolverán el problema de las maras si no se actúa a la vez en atender las causas de la violencia
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Por Miguel Ángel Sobrado
Una polémica en torno a la creación de la megacárcel en El Salvador para recluir a los mareros sostienen los presidentes de El Salvador, Nayib Bukele, y el de Colombia, Gustavo Petro. Este último califica el centro penitenciario de campo de concentración, y contrasta esta medida de fuerza con políticas preventivas como la apertura de colegios y universidades llevadas a cabo en Bogotá.
Pienso que las acciones no son excluyentes y que deben complementarse. Quien haya leído el libroÑamérica, de Martín Caparrós, donde se describe el terror espeluznante con que se imponen las maras a la gente de a pie, a quienes les exigen pagos bajo amenaza de muerte a cambio de “dejarlos” producir y vivir en paz, concordará con que en un Estado no pueden existir dos poderes o, lo que es peor, uno solo fundido por la corrupción.
En condiciones de chantaje y terror, el interés público debe imponer los preceptos constitucionales. Si no está en condiciones de hacerlo, es un Estado fallido, como lo son los del triángulo norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador). Esto no quiere decir que la fuerza va a resolver el problema de la violencia, ya que sus orígenes están en la falta de oportunidades, que originan la exclusión de los jóvenes y terminan incubando la violencia.
Pienso que Bukele reaccionó en la dirección correcta al poner primero orden en la casa, pero el orden, aunque existan necesarios períodos de excepción, debe establecerse en el marco de las leyes y actuar simultáneamente en las causas que generan la exclusión y la violencia.
El control policial y las cárceles de seguridad no resolverán el problema de las maras si no se actúa a la vez en atender las causas. En este sentido, tiene razón Petro. Espero que el gobierno de El Salvador no se quede solo con las medidas represivas y anuncie políticas preventivas con miras a garantizar un mejor futuro a los jóvenes, para que las maras no sean una opción para ellos.
Bukele tiene por el momento el respaldo de su pueblo. Es tiempo de abrir oportunidades que eliminen la exclusión social y generen un terreno fértil para la verdadera democracia.
Mientras se produzca la exclusión de las grandes mayorías, no existirán repúblicas donde prime la división de poderes, ni democracia, aunque los procesos electorales cuenten con destacados observadores internacionales.
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