En la Grecia antigua, la geometría servía para casi todo: desde resolver tareas cotidianas, como calcular distancias entre pueblos, hasta explicar conceptos filosóficos abstractos, como la belleza o la eternidad.
Mediante la observación de los objetos, y haciendo uso de un lenguaje definitivamente simbólico, la facultad humana era capaz de desvelar el ser de las cosas, es decir, su esencia.
Los filósofos griegos consideraban el círculo como una de las formas geométricas más puras. Esta figura representaba la alternancia de los ciclos naturales, que da pie a la armonía del orden universal.
Pensemos en la germinación de una semilla, que evoluciona de forma cíclica en planta, flor y fruto, para regresar a su estado original. O en nuestra propia respiración, con sus fases de inhalación y exhalación. Para los griegos, el eterno retorno del círculo también simbolizaba la continuación de la vida.
La naturaleza como espejo
Aunque la facultad humana todavía está lejos de comprender a cabalidad la esencia del orden universal, la intuye mediante principios matemáticos y geométricos que ordenan la materia.
La observancia e imitación de estos principios ha probado ser útil para resolver problemas técnicos de la vida cotidiana, por ejemplo, gracias al biomimetismo.
Con esta técnica, es posible diseñar trenes de alta velocidad sin explosión sónica, inspirados en el vuelo del martín pescador; o paneles solares en forma de girasol, que al igual que la flor adaptan el movimiento de los pétalos según el nivel de radiación que reciben durante el día, para aprovecharla mejor.
Utilizar la naturaleza como espejo también contribuye a atender grandes desafíos, como garantizar la seguridad alimentaria y nutricional de la población sin comprometer la salud y fertilidad del suelo, el activo agrícola más preciado de todos.
Este objetivo es posible alcanzarlo a través de la agricultura regenerativa, la cual propone una serie de principios y estrategias bien definidos para cultivar el suelo, pero cuya aplicación depende, en última instancia, de las características específicas de este recurso, así como del tipo de finca.
El primer principio consiste en preservar los microorganismos que viven en el suelo, mediante la reducción o eliminación de tratamientos de campo mecánicos, químicos y físicos. Para conseguirlo, se sugiere aplicar la mínima labranza e incluso la labranza cero, eliminar plaguicidas y transitar hacia la fertilización orgánica u organomineral.
El segundo principio es el uso de cultivos de cobertura durante todo el año, con el objetivo de mitigar la erosión del suelo y, además, proporcionar forraje y material de pastoreo para aves de corral y ganado. Como veremos a continuación, este principio observa cuidadosamente el ciclo de las interacciones entre especies.
Los animales herbívoros transforman las plantas que consumen en el intestino gracias a un complejo ecosistema de hongos y bacterias que posteriormente, al ser expulsados, se convierten en sustancias nutritivas para las plantas.
Sembrar determinadas flores en medio de la plantación, o en los márgenes de las fincas, también puede funcionar como una medida eficaz para promover servicios ecosistémicos, como el control biológico de plagas.
La idea es crear hábitats adaptados a los distintos tipos de insectos polinizadores mediante estrategias como la siembra de bandas florales multifuncionales, sin alterar la orientación de la producción alimentaria.
El tercer principio, vinculado al anterior, consiste en poner en funcionamiento un sistema silvopastoril en la finca.
Al introducir árboles en pastos, o pastos en bosques, se obtienen múltiples ventajas, como dar refugio a los animales en los días calurosos y soleados, aprovechar estos árboles como barreras cortavientos, ofrecer una fuente alternativa de alimento para el ganado y aportar materia orgánica al suelo mediante el follaje de los árboles.
El cuarto principio promueve la conservación de raíces vivas de cultivos perennes todo el año para proteger el suelo de la erosión del agua y el viento, así como para favorecer la humedad de la tierra. En suelo fértil, las raíces vivas acumulan nutrientes de reserva que permiten a la planta brotar en la siguiente temporada.
Si bien la agricultura regenerativa se beneficia de aplicaciones tecnológicas avanzadas, en la forma de insumos agrícolas o software para analizar las variables del suelo en tiempo real, el punto de partida está en comprender cómo funcionan los ciclos y mecanismos que utiliza la propia naturaleza, desde hace millones de años, para dar vida, sostenerla y restaurarla.
Formación y compromiso
Quienes han avanzado más en el desarrollo de la agricultura regenerativa reconocen la trascendencia de tres aspectos.
El primero es entrenar y acompañar técnicamente a los productores agrícolas y a los ganaderos en el uso correcto de las técnicas regenerativas. La transición hacia este modelo suele ser lenta y costosa, ya que es necesario integrar nuevas conductas y métodos de trabajo en las fincas.
El gran esfuerzo que realizan los productores agrícolas y los ganaderos, para alcanzar esta transición, debe ser reconocido socialmente. Este es el segundo aspecto que considerar.
Dicho reconocimiento se refleja en acciones, como mejorar el acceso a los créditos y seguros agropecuarios, abrir mercados para los productos provenientes de la agricultura regenerativa y, muy importante, pagar a los productores un precio justo por ellos. Nada que sea bueno es gratis.
El tercer asunto alude al compromiso de las grandes empresas del sector agroalimentario para escalar el modelo regenerativo. En este punto, el ambiente es más bien de escepticismo, vistas las prácticas de greenwashing o lavado verde en que incurren muchas de estas empresas.
En todo caso, inmersos como estamos en la emergencia climática, evolucionar hacia la supervivencia es una prioridad para todo el mundo.
La autora cuenta con 15 años de experiencia internacional en las Naciones Unidas y la Unión Europea. Oriunda de la zona de los Santos, trabaja como consultora internacional en sostenibilidad aplicada a la industria agroalimentaria. Lectora asidua y fiel seguidora del músico canadiense Neil Young. Siga a Manuela en Facebook y Linkedln.