Critias: Venga a la mesa, Sócrates, que los dioses nos han deparado vino, abundante carne y a usted para que nos ayude a encontrar la verdad sobre lo que se está discutiendo en Koata Pika, al otro lado del mar.
Sócrates: ¿Y quién, querido Critias, te ha proveído de la carne que la diosa Tique pone en nuestra mesa?
Critias: Acteón, quien mató un jabalí ayudado por la diosa Artemisa, quien siempre lo ha amado.
Sócrates: Sabía que Acteón era un arquero consumado, pues lo entrenó Quirón, el mismo que entrenó a Aquiles, pero no sabía que mataba jabalíes con sus manos. Creía que lo hacía con el arco y la flecha.
Critias: ¡No se ha tomado ni un vino y ya está delirando! Por supuesto que lo mató con una flecha.
Sócrates: No estoy delirando, pero usted está haciendo dos afirmaciones contradictorias.
Critias: Solo estoy haciendo una afirmación.
Sócrates: ¡Quizá fue usted el que ingirió el ánfora entera de vino! Primero, me cuenta que Acteón mató el jabalí y después me cuenta que lo mató una flecha.
Critias: Pero la flecha salió del arco de Acteón, el cual fue tensado por el mismo Acteón. Por eso, afirmar que lo mató la flecha es compatible, no contradictorio, con afirmar que lo mató Acteón. Sin la decisión y la acción de Acteón para ponerle la flecha al arco, tensarlo y soltarlo, no hubiese salido la flecha con fuerza y velocidad para alcanzar y matar al jabalí.
Sócrates: ¿Se puede matar un jabalí oprimiéndole el cuello con los brazos hasta estrangularlo?
Critias: Sí.
Sócrates: ¿Usted estaría de acuerdo conmigo en que el acto de matar tiene como resultado morir?
Critias: Evidentemente.
Sócrates: ¿Y que un acto no es lo mismo que un resultado?
Critias: A ciencia cierta
Sócrates: ¿Se puede matar un jabalí con una flecha?
Critias: Por supuesto. Pero mejor tome un poco de vino y muerda un trozo de carne, así ahorra preguntas cuya respuesta es evidente.
Sócrates: Para usted, ¿el tipo de muerte del jabalí, las destrezas humanas requeridas, las herramientas utilizadas y el tipo de fuerza ejercida son idénticas cuando se mata un jabalí con los brazos que cuando se mata con una flecha?
Critias: Sócrates, no avergüence a Atenea, quien se dice que le abrió las puertas del monte Olimpo para llenarle de sabiduría, con más preguntas cuya respuesta es evidente. La respuesta es no. Son actos totalmente diferentes; yo estaba hablando de las consecuencias. Ellas son idénticas: el jabalí muere, y ¡tenemos tanta carne en la mesa como para alimentar a los guerreros de Ulises por un día!
Sócrates: Pero ¿usted ha convertido esos dos actos en uno solo al afirmar que Acteón mató al jabalí y luego afirmar que fue la flecha?
Critias: Porque el resultado fue el mismo.
Sócrates: Pero ¿podría ser que sea a usted al que la ingesta etílica tiene delirando?
Critias: ¿Por qué me ofende de esa manera, querido Sócrates?
Sócrates: Porque hace menos que un suspiro de Afrodita usted dijo que, a ciencia cierta, un acto no es lo mismo que un resultado, y prefiero atribuir su cambio de opinión al vino y no a su inteligencia.
Pero, vamos, que no vinimos a hablar sobre las formas de matar un jabalí. Entiendo que usted quería que conversáramos sobre ciertas discusiones que están ocurriendo en Koata Pika.
Critias: Dice verdad, pero el asunto que quería someter a su juicio ya ha sido resuelto. ¡Ahora solo quiero tomar vino y comer!
Sócrates: ¿Cómo puede haberse resuelto un asunto sobre el que no hemos hablado?
Critias: Porque si es cierto que Acteón no mató al jabalí sino que fue la flecha, entonces, Georgios, distinguido y respetado sabio de Losephos, la Atenas de Koata Pika, está en lo correcto, y Glaucón, habitante de Perzeledonia, un lugar paradisíaco situado al sur de Koata Pika, está equivocado.
Sócrates: ¿Y en qué tema han utilizado la razón para dialogar Georgios de Losephos y Glaucón de Perzelodonia, y cuál es la posición de cada uno?
Critias: Glaucón de Perzeledonia sostiene que una de las razones para que el valor del dracma de Koata Pika en relación con otras monedas se haya elevado es que el Banco Central de Koata Pika elevó las tasas de interés, lo que aumentó el premio relativo de invertir en el dracma, lo cual elevó su demanda y redujo la de otras monedas. Por ello, atribuye a los dioses del Olimpo que dirigen el Banco Central la responsabilidad del incremento en el valor del dracma.
Sócrates: No hay discusión de que la tasa de interés fijada en el Olimpo influye fuertemente en el mercado de monedas y por lo tanto en el valor del dracma, pero ¿el Banco Central ha decidido administrativamente fijar ese valor?
Critias: No. Ese, precisamente, es el argumento de Georgios de Losephos: que el Banco Central decide sobre la tasa de interés y que el mercado de oferta y demanda de monedas es el que determina el valor del dracma.
Sócrates: ¿Y por qué usted afirma que este asunto está resuelto a la luz de nuestro diálogo anterior?
Critias: Porque si fue la flecha la que mató al jabalí y no Acteón, entonces, también debe ser cierto que es el mercado el que determina el tipo de cambio del dracma y no los dioses del Olimpo. Ellos manejan la tasa de interés, pero el mercado (la flecha) fija el tipo de cambio.
Sócrates: ¿Entiendo entonces que en este momento Georgios de Losephos y Glaucón de Perzeledonia deben estar también celebrado el acuerdo con vino?
Critias: No, porque en un papiro que hizo circular Georgios de Losephos por toda Koata Pika parecía afirmar que los dioses del Olimpo sí tenían responsabilidad sobre el valor del dracma, pero luego escribió otro en el que lo niega.
Sócrates: Explíqueme.
Critias: Primero Georgios de Losephos escribió: “Una vez concluida la transición hacia una TPM neutra, el tipo de cambio será, de nuevo, el que determine el mercado, no el resultante de decisiones unilaterales del BCCR”.
De ahí, Glaucón de Perzeledonia concluyó que Georgios de Losephos aceptaba que desde el Olimpo se había unilateralmente decidido el tipo de cambio por medio de la tasa de política monetaria (TPM).
Sócrates: Parece tan claro como las aguas cuando Poseidón no las agita.
Critias: Eso también creyó Glaucón de Perzeledonia, pero un siguiente papiro que Georgios de Losephos hizo circular dice que esa conclusión es descabellada.
Sócrates: En la lógica de nuestra conversación sobre la muerte del jabalí, en un papiro Georgios de Losephos afirma que fue Acteón (los dioses del Olimpo por medio de la tasa de interés) lo que mató al jabalí, y en el otro asegura que fue la flecha (el mercado).
Critias: A ciencia cierta.
Sócrates: Por el bien de Koata Pika, ojalá se pongan pronto de acuerdo.
Critias: Tardó más Ulises en llegar a Ítaca que lo que estos tomarán para lograr un acuerdo.
Sócrates: El vino y la carne de jabalí ayudaron a que usted, querido Critias, y yo nos pusiéramos pronto de acuerdo sobre la muerte del jabalí. ¿No cree que con unos chicharrones y unos whiskies, que entiendo son combinaciones tradicionales en Koata Pika, Glaucón de Perzeledonia y Georgios de Losephos también logren ponerse de acuerdo sobre la fortaleza del dracma?
Critias: ¿No lo dirá usted porque el jabalí y el chancho son de la misma familia?
Sócrates: ¡Por Zeus, mejor tome un poco de la cicuta que me tienen guardada antes de atribuirme ese tipo de conclusiones!
El autor es economista.