“Disculpe que esa voz de la que está hablando no es la mía. Ahora es más bajita, más débil”, fue una de las confesiones que hizo Manuel Antonio <em>Pilo</em> Obando, al periodista Édgar Silva, y que se verá completa el martes en el tercer programa de <em>Las paredes oyen</em> , de canal 7.

Son las 3:01 de la madrugada del jueves 24 de abril. Por primera vez, desde el lanzamiento de la revista Teleguía, en noviembre de 1994, hubo un personaje capaz de parar máquinas --como decimos en el argot periodístico en medios impresos-- para retrasar el tiraje de la edición que usted tiene en este momento en sus manos, o en su pantalla.

No me pregunte quién es Luigi Ferraris. No sé. Podría <em>wikipediar</em> el dato y arruinar mi versión edulcorada en un segundo… pero esa dosis de realidad me sobra, lejos está de hacerme falta. Prefiero quedarme por siempre con mi construcción mental, tan sesgada por la fantasía como podría estarlo cualquier otra añoranza cosechada antes del fin de la infancia. Luigi Ferraris: el teatro de los sueños.