Cuando la pareja se casó, en 1994, no había firmado ningún contrato prenupcial, por lo que la negociación para acordar la división de los bienes estaría siendo de todo menos amigable
Cuando la pareja se casó, en 1994, no había firmado ningún contrato prenupcial, por lo que la negociación para acordar la división de los bienes estaría siendo de todo menos amigable