“¡Estoy tan animado y siento una gran dicha! Me siento otra persona”, contestó Norberto Barrantes Quesada al otro lado de la línea telefónica. Pasaban las 11:30 a. m. de este lunes 8 de enero; apenas habían transcurrido escasos minutos de su salida del Hospital México con un nuevo hígado.
La voz de este comerciante de Santa Gertrudis de Grecia, en Alajuela, se escuchaba no solo alegre y confiada, también potente, con la fuerza que da una salud recién recuperada. Habló con La Nación de camino a su casa, junto a Yerald, uno de sus tres hijos, y a su esposa, Gabriela Rojas, quienes lo acompañaron en el trámite de egreso.
Hace 22 días, cuando un tío le preguntó si ya le habían hecho el trasplante de hígado, Norberto prefirió contestarle que no quería pensar en eso. Apenas en octubre se sintió a un paso de la muerte al permanecer 14 días intubado en Cuidados Intensivos del México.
Ahí cayó con una de varias complicaciones sufridas producto, según dice, del traslado de su atención al Hospital Calderón Guardia debido al cierre del programa de trasplantes del México, en mayo, ordenado por el Ministerio de Salud.
Norberto Barrantes Quesada tiene 58 años. Los últimos 11 los vivió empeorando cada vez más producto de una cirrosis hepática hereditaria. Este lunes 8 de enero egresó del Hospital México como el primer paciente trasplantado de hígado después de que se reactivó el programa para esa especialidad de ese hospital, en acatamiento a una medida cautelar del Tribunal Contencioso Administrativo.
El equipo médico que atendió a Barrantes anunció el éxito del procedimiento la mañana de este lunes, en conferencia de prensa. La operación de 15 horas se realizó el 20 de diciembre, luego de que Barrantes y su familia vivieron una travesía que, según ellos, estuvo a punto de costarle la vida.
Barrantes era uno de los 33 candidatos a trasplante de hígado a quienes daba seguimiento el equipo de cirujanos hepatobiliares del México cuando el Ministerio de Salud ordenó cerrar el programa de trasplante hepático, en mayo del 2023.
Según la Fundación Vida Nueva Donación y Trasplante, que apoya a candidatos a trasplante de hígado y a sus familias, ese cierre fue arbitrario y causó que Barrantes fuera trasladado, sin su consentimiento, del México al Hospital Calderón Guardia, adonde el Ministerio de Salud decidió que se concentrarían estos procedimientos.
Según esta organización, el cierre del programa le impidió a este vecino de Grecia continuar el tratamiento que recibía en el México y que hasta mayo le había permitido mantener estable su enfermedad hepática mientras aparecía un donador.
La Fundación afirma que este paciente y su familia sufrieron “un calvario” por varios meses hasta que lograron regresar al centro médico en la Uruca, donde estabilizaron su condición de salud en tiempo récord para realizar el trasplante de hígado.
La medida cautelar del Tribunal Contencioso, emitida en setiembre anterior, ordenó al Ministerio de Salud y a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) reabrir el programa, al tiempo que suspendió de forma provisionalísima y “por extrema urgencia” la orden sanitaria que originó la clausura así como otras actuaciones administrativas relacionadas con esta decisión.
“Llevo 19 días trasplantado. Me siento superfeliz. En la última semana, no me ha dolido nada, todo es una gran dicha, lo que siento es una gran emoción y ganas de gritarlo al mundo”, comentó Barrantes.
Programa de trasplantes
El cierre del programa de trasplantes de hígado del México se basó en informes de la Secretaría Técnica de Donación y Trasplantes, adscrita al Ministerio de Salud, que señalaban el incumplimiento de estándares internacionales de supervivencia de los pacientes sometidos a este procedimiento.
El estudio indicó, entre otras cosas, que la mortalidad de los pacientes trasplantados en este hospital era del 30% antes de cumplir 30 días desde el procedimiento, mientras que en los trasplantados en el Calderón era del 8%.
La ministra de Salud, Mary Munive, presentó una denuncia penal ante la Fiscalía de Probidad y Transparencia, el 11 de agosto, al detectar, según dijo, la comisión de posibles delitos penales en el funcionamiento de ese programa.
La Fundación y los pacientes, sin embargo, han rebatido insistentemente los informes y defienden el accionar de los cirujanos. Sostienen que el México ha sido el único hospital que operaba los casos más críticos rechazados en otros centros médicos de la CCSS.
Yerald Barrantes, hijo de Norberto, está muy agradecido por el resultado de una cirugía compleja que le permitió este lunes llevar a su padre de regreso a casa para completar la recuperación con el cuidado de la familia.
La alegría, sin embargo, no le impide hacer un llamado de atención porque, asegura, lo que vivieron con su papá al pasarlo a otro hospital fue negligencia médica.
“A papi y a otros pacientes les mutilaron los tratamientos y las consecuencias fueron fatales. Este proceso lo hemos logrado llevar porque hemos tenido acompañamiento de abogados”, afirma Yerald Barrantes.
Las complicaciones que sufrió don Norberto con su traslado del México a otro hospital fueron resultado, según su relato, de la eliminación radical de los diuréticos que llevaba tiempo tomando y del envío de un anticoagulante, en principio para prepararlo para una eventual cirugía de trasplante.
“Colapsé... Caí con una hemorragia en el Hospital México. Ahí me retomaron y salvaron, mi familia salió a la prensa y hubo mucha oración. Esperemos que todo lo más difícilillo haya pasado.
“Después del trasplante siento que el hígado ya está en mí, pegado a mi cuerpo, y siento una gran alegría porque es un órgano mío que está caminando al 100% gracias a Dios, mi familia y a este magnífico equipo de doctores”, comentó Barrantes.