Más de 1.000 enfermos pobres necesitan un albergue que les dé posada mientras reciben tratamiento en hospitales josefinos de la Caja a lo largo del año.
Son personas que sufren enfermedades graves como cáncer, insuficiencia renal, males neurológicos o inmunológicos y que requieren servicios complejos, entre ellos, quimio y radioterapia y hemodiálisis.
En ese grupo hay 600 personas –incluidos 60 menores– que, además de afrontar enfermedades difíciles, son abandonadas por sus familias cuando están internadas.
Aunque a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) no le corresponde por ley resolver la posada de estos pacientes, los servicios de Trabajo Social de los hospitales capitalinos diariamente hacen todo lo posible para encontrarles cobijo.
El problema para la institución es que estos enfermos ocupan una cama mientras se les halla albergue.
Solo en el Hospital Nacional de Niños (HNN) alrededor de 50 pacientes al año tienen internamientos prolongados (mayores a tres meses) por razones sociales: son pobres, viven lejos o son abandonados por sus parientes.
En el Hospital San Juan de Dios alrededor de 150 llegan en esas condiciones todos los años. De ellos, unos 40 son abandonados por sus parientes, informó Marlene Pereira, jefa del Servicio de Trabajo Social.
“A uno no le pudimos encontrar albergue ¡en tres meses! Se readmitió todo ese tiempo solo porque no tenía ni dónde ni con quién vivir. Si no hay campo, se queda en observación de emergencias, o en una camilla o silla de ruedas en un pasillo.
”Imagine cuántas personas no pueden entrar al hospital por estos internamientos prolongados”, manifestó Pereira, en referencia al impacto de este problema en las listas de espera.
Secuelas. La estancia promedio en un hospital de la Caja es de 5 días. Sin embargo, en el San Juan de Dios esa cifra se multiplica cuando se trata de un adulto mayor abandonado: 45 días. Solo ese paciente cuesta ¢50 millones únicamente por usar la cama.
“Es cruel para alguien viajar de San Carlos, Puntarenas o Guanacaste tres o más veces por semana a recibir diálisis, por ejemplo. Terminan con mucha debilidad y agotamiento, y así regresan a sus casas”, dijo Melba Quesada Víquez, jefa del Servicio de Trabajo Social del Hospital México.
En los últimos tres meses del año pasado, ese hospital logró ubicar a 35 enfermos con un perfil como el anterior en dos albergues de organizaciones no gubernamentales (ONG).
“La necesidad es mayor porque los problemas de salud son más complejos y las necesidades sociales muy grandes. Hay tratamientos para los cuales la familia debe vivir a menos de 10 kilómetros del hospital. Es el caso de los trasplantes de células madre”, explicó Quesada.
Apoyos. Los hospitales de la Caja han tenido que buscar ayuda de las ONG. En el HNN, su director a.i. , Orlando Urroz, coordina un plan denominado Extramuros .
Según dijo, las 313 camas disponibles son insuficientes para atender la demanda y, además tienen internados a niños que no lo necesitan solo porque sus condiciones sociales les impiden recibir el tratamiento ambulatoriamente (sin internamiento).
Entre las ayudas que reciben está la del albergue Casa Ronald McDonald, para atender a familias que vienen a San José por una cirugía, cita o tratamientos de unos cuantos días. En 10 meses, han ayudado a 320.
Este mes empezó a funcionar otro albergue con capacidad inicial para 10 niños y sus mamás, en Escazú , a cargo de la Fundación Santo Hermano Pedro.
Ana Virginia Quesada, jefa de Trabajo Social en el HNN, explicó que, en el caso de este hospital, urge superar la pediatría medicalizada y enfocarse en una pediatría más social: “Estos pacientes sufren un abandono donde ningún sistema responde. Hay una exclusión casi total hacia el enfermo pobre. Eso debe cambiar”.