Turrialba. Casi medio centenar de vehículos doble tracción batieron barro ayer por la olvidada ruta 417, un camino de lastre y lodo que comunica la ciudad de Pacayas de Alvarado con el volcán Turrialba, y que sería la mejor ruta alterna para alejarse del macizo en caso de una erupción.
En la comitiva iba el presidente, Luis Guillermo Solís, quien no utilizó la ruta para salir, sino para entrar y pedir a los costarricenses “no abandonar” la zona ni poner en peligro la estabilidad económica de sus pobladores.
A las 5:30 a. m., con la neblina dominando las montañas del norte de Cartago, la Municipalidad de Alvarado se llenó de funcionarios de la Presidencia, la Dirección de Inteligencia y Seguridad (DIS), la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), los ministerios de Salud y Agricultura, así como de diputados, asesores y empleados del ayuntamiento.
La numerosa comitiva salió rumbo al Hotel Turrialba Lodge. De camino, Solís constató el pésimo estado del camino, que quedó abandonado, sin mayores explicaciones, aunque la empresa Hermanos Brenes inició reparaciones con un presupuesto de ¢400 millones. El ministro de Transportes, Carlos Segnini, dijo desconocer qué pasó.
La vía, que además facilitaría la salida de los productos agrícolas al Valle Central, hoy no permitiría una pronta evacuación. Por el contrario, se corre el riesgo de caer en un guindo.
La comitiva llegó a las 8 a. m. al Turrialba Lodge, que está cerrado por ubicarse a seis kilómetros del volcán, dentro del área restringida por razones de seguridad.
La alerta amarilla aún pesa sobre la zona, luego de que el coloso estremeciera a los pobladores y asustara al país con erupciones de gas y ceniza que, entre el 28 de octubre y el 3 de noviembre, cubrieron un área de 1.000 km².
Si bien los vulcanólogos de la Red Sismológica Nacional Gino González, Raúl Mora y José Ramírez explicaron que la actividad ha disminuido desde el fin de semana, las medidas de precaución se mantienen. El paso hacia el volcán sigue cerrado a la altura de La Pastora, cerca de Santa Cruz.
Esta situación preocupa a empresarios y agricultores de la zona, que se quejaron ante Solís.
El dueño del hotel, Tony Lachner, reclamó al Presidente la reparación de la vía y calificó de excesiva la alarma desplegada. Incluso, llamó a evitar que “figurines” asusten a los visitantes.
Ante ello, el presidente Solís respondió con un llamado a la calma: “Quiero pedirle a la gente que no abandone la zona. Se puede visitar Turrialba, se puede visitar el Parque Nacional Guayabo, se puede visitar Pacayas, pueden seguir viniendo a la zona a comprar quesos, los productos son productos que no han sido afectados por el volcán”.
Mientras hablaba, uno de sus colaboradores le acercó un brócoli a la mesa. Y como último gesto a favor de los agricultores y ganaderos locales, Solís cerró su participación hincándole el diente a una rama cruda del brócoli.