Eamon Gilmore es un veterano de la política en Irlanda. Fue líder del partido Laborista, sirvió como ministro adjunto de Estado, como Canciller irlandés y como representante ante la Unión Europea (UE). Recientemente, participó como enviado de UE en el proceso de paz en Colombia.
Esta semana, Gilmore visita Costa Rica para exponer a políticos y sectores sociales la forma en que Irlanda pasó de ser un país pobre a convertirse en la undécima nación más próspera del planeta en 20 años, mediante acuerdos sociales alcanzados en un proceso de concertación.
El político participará el jueves 30 en el foro "Confianza y Bienestar General: la imperiosa necesidad de lograr acuerdos", auspiciado por el Consejo de Promoción de la Competitividad (CPC).
Este miércoles, Gilmore conversó con La Nación sobre los pactos que derivaron en logros sociales y económicos, que le servirían como aprendizaje a Costa Rica.
-¿Cómo se comparan Costa Rica e Irlanda en términos de la capacidad de solucionar situaciones de crisis?
Irlanda y Costa Rica son países muy similares: el territorio es casi del mismo tamaño, la población también, el tamaño de la fuerza laboral es similar y creo que hasta el temperamento de la gente es parecido. Existen diferencias en el tamaño de las economías: Irlanda es uno de los países más prósperos del mundo; está clasificado como la undécima nación más próspera, justo detrás de los Estados Unidos. Pero no siempre fue así. Fuimos un país pobre en la década de los 80 que lidiaba con una recesión severa y tuvimos que reevaluar la dirección que tomaríamos. Fue a través de soluciones consensuadas, entre el Gobierno, sindicatos, empleadores y hasta organizaciones ambientales, que salimos adelante.
-¿Cómo se estableció ese proceso de diálogo en Irlanda para formar acuerdos?
El movimiento de acuerdos sociales fue un canal para que todos los grupos participantes entendieran, de la misma forma, qué se necesitaba para salir del estancamiento y lograr crecimento económico. Se priorizaron temas como la generación de empleo, competitividad y mejoras a nivel social. Tras los acuerdos, logramos un período de calma sin huelgas y se afianzó una plataforma para que todos los sectores pudieran ser escuchados. El resultado, años después, fue un crecimiento económico sin precedentes, con aumentos sustanciales en ingresos y mejoras significativas en servicios sociales. Y pese a la recesión del 2008, la estructura de diálogo social se mantiene y pudimos seguir con una estructura de planeamiento estratégico para mejorar el país.
-¿Cuánto tiempo tomó este proceso?
Ha durado más de 20 años. El primer acuerdo lo logramos en 1987 y el más reciente lo alcanzamos entre el 2008 y el 2009. Pero la estructura permanece y es lo que nos ha permitido lograr acuerdos con todos los sectores.
-En Costa Rica todos están de acuerdo que algo como el déficit fiscal es un problema urgente de resolver. Lo que no hemos logrado es acordar cómo solucionarlo. ¿Es posible lograr acuerdos tan importantes en plazos cortos?
Esto no es algo que ocurre de la noche a la mañana, obviamente. Pero hay que reconocer que posponer el enfrentamiento al problema lo único que hace es empeorar la situación. Es mejor lidiar con las situaciones adversas ahora, que después. Esa lección la aprendimos en Irlanda a mediados de los 80: pospusimos las soluciones y decidimos continuar con las tensiones entre los grupos; nadie resultó ganador de esta situación. Si uno tiene un problema en las manos, lo primero que hay que hacer es atenderlo. Lo peor que uno podría hacer es no hacer nada. De nuevo, lo que se debe buscar es un acuerdo general en cómo se va a enfrentar algo tan serio como el déficit fiscal. Esto no significa que todos los sectores van a entrar a un salón y mágicamente salir todos con las mismas ideas. Cada sector seguirá defendiendo su posición, pero por lo menos se acordaron cosas fundamentales para la solución del problema. En el tanto todas las partes cumplan con lo pactado ante los otros sectores, habrá avances.
-¿Qué recomendaciones nos podría dar para construir una estructura de diálogo sobre estos temas en nuestro país?
No estoy aquí para hacer ese tipo de recomendaciones, pues eso le corresponde a Costa Rica en decidir cómo hacerlo. Pero sí recomendaría que examinen la ruta que tomamos en Irlanda de sentarse a la mesa y establecer acuerdos y caminos para avanzar. Los acuerdos y caminos los debe decidir Costa Rica; no estoy aquí para entregar una receta médica. Pero les aseguro que, sin las alianzas sociales, en Irlanda no hubieramos podido lidiar con la crisis de finales de los ochentas y con la recesión posterior al 2008.
-En nuestro país, diferentes grupos anhelan lo mismo: mejor infraestructura, más empleo, mejores salarios y mayor crecimiento económico. Sin embargo, la desconfianza entre los sectores impiden que se sienten a conversar a la mesa. ¿Sucedía algo similar en Irlanda?
-Por supuesto, fue muy similar. Yo fui dirigente sindical cuando nuestra economía iba en declive con una inflación del 20%, una tasa impositiva del 60% para el trabajador común, alto desempleo y emigración de jóvenes en busca de mejores oportunidades. Entonces, comenzamos a pensar: ¿por qué no dejamos de enfoquemos en las diferencias que tenemos y nos concentramos en los objetivos y en cómo alcanzarlos para salir de este bache. Esto nos interesa a todos, desde el Estado, hasta los sindicatos y los empresarios. Si no superábamos esta idea de que 'no vamos a hacer esto porque otros van a ganar y nosotros no' y nos enfocábamos en cómo ganar todos, no hubiéramos tenido éxito. Los resultados hoy hablan por sí mismos.
-Los resultados positivos en Irlanda se dieron muy rápido. Esto suena a una historia perfecta con un final de "y vivieron felices para siempre".
Primero que todo, nosotros nunca lo vivimos como un cuento de hadas. No quiero que quede la impresión que todos estaban extasiados con los acuerdos. Teníamos desacuerdos importantes y tensiones entre todos los sectores sobre cómo solucionar las dificultades y el énfasis en cada una de las prioridades. Los acuerdos sociales no eliminaron los debates acalorados sobre estos temas. Pero sí logramos que, a pesar de esas diferencias profundas, alcanzar puntos de encuentro y promover lo mejor para nuestro país.
-En retrospectiva, ¿detectó usted errores en el proceso de acuerdos sociales que pudieron haberse evitado?
Sin lugar a duda hubo errores. Una de las mejoras que yo insistiría en aplicar es que, en el proceso político, no se excluya a ningún miembro del Congreso o cualquier otro representante del pueblo que fuera elegido por elección popular; sobre todo a los miembros de la oposición. Esa exclusión ocurrió en Irlanda y generó tensiones y resentimientos totalmente innecesarios. Otra recomendación a la hora de crear políticas para la solución de problemas, es escuchar a aquellos que realizan el trabajo y no solo a sus representantes en sindicatos u otras organizaciones gremiales. Estas fueron algunas de las lecciones que aprendimos a lo largo de nuestro proceso. Mirando atrás, estas dos fueron debilidades importantes que saltan a la vista.