Los monjes benedictinos ofrecieron disculpas al obispo de Cartago, Mario Enrique Quirós, por su actitud “anticristiana” que generó discusión en la Iglesia católica, en referencia a las denuncias contra el prelado de perseguirlos para “eliminar” su “presencia” de la diócesis y quitarles los terrenos de su monasterio, ubicado en Paraíso.
Mediante una publicación en su página de Facebook, los seis integrantes del Monasterio San José se mostraron arrepentidos por haber expresado, esta misma semana, que el obispo se unió con tres sacerdotes para, con base en “calumnias y falsas acusaciones”, eliminar su experiencia monástica, la cual se inició en 2014 y es única en Centroamérica.
“Perdonamos de todo corazón a quienes nos han causado daño mediante las calumnias hechas contra nosotros, pero también ofrecemos nuestras disculpas al señor obispo de Cartago y a los sacerdotes José Francisco Arias Salguero, Melvin Enrique Mora Mora y Henry Vinicio Sánchez Zaragón, ya que nuestra actitud de protesta la consideramos anticristiana, pues el Señor nos enseñó a ofrecer la mejilla cuando nos peguen en la otra y a dar el manto cuando nos piden la túnica.
“Esta actitud tomada por nosotros anteriormente ha generado discusión dentro de la iglesia en nuestro país, por lo que solicitamos de corazón el respeto hacia el señor obispo y los sacerdotes mencionados. No estamos en el lugar del Señor para juzgar, pues no somos nadie para ello, ni mucho menos para dirigirnos de forma irreverente ante ungidos del Señor”, escribió el grupo, la tarde de este jueves.
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Los monjes aclararon que su disculpa no responde a ningún tipo de presión por parte de terceros y que su fin es concluir este capítulo de la historia de su monasterio y cerrar el tema. La organización está conformada por seis adultos, entre los 20 y 40 años, que dedican su vida a la oración y a trabajos manuales como la agricultura.
Confirmaron además que desistirán de la intención de presentar una denuncia civil contra Mario Enrique Quirós por el supuesto intento de quitarles la propiedad donde se ubica su monasterio. “Nuestros santos Padres del desierto nos han enseñado que ‘devolver mal por mal no es propio de un monje’ por eso dejamos que Dios sea quien juzgue. Callamos para que Dios hable por nosotros”, dijeron.
La diócesis cartaginesa había confirmado a este diario que el monasterio será cerrado este domingo por no haber obtenido “los frutos esperados” durante los siete años que estuvo en funcionamiento. Sin embargo, rescató que esa decisión no responde a un interés particular por adueñarse del terreno, ya que “nunca a nivel diocesano se ha pretendido tener o asumir el mismo como parte de temporalidades de la diócesis”.
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Por su parte, los monjes indicaron que, a pesar del cierre, continuarán con su experiencia porque cuentan con todo el apoyo de la Confederación Benedictina (cuerpo internacional de gobierno de la Orden de San Benito). Su idea es vender la propiedad –valorada en ¢700 millones– para irse a un lugar más alejado de la ciudad, que les ayude a desarrollar mejor su vida en claustro y quizá unirse a otra diócesis.
“Mientras tanto, continuamos con el ora et labora (reza y trabaja) de nuestra espiritualidad, seguiremos recibiendo nuevos candidatos y portando nuestro hábito, pues no hay motivos para retroceder con la obra que el Señor ha encomendado en nuestras manos, pues él mismo nos pedirá cuentas de la administración que hayamos hecho con su obra”, concluyó la agrupación en su disculpa pública.
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‘Censura y trabajo forzado’
El prior (líder) del monasterio, Oldemar Antonio Calvo Solís, dijo a La Nación que el obispo de Cartago ha sido muy ausente con ellos y se ha dejado llevar por mentiras dichas por personas que se retiraron o fueron expulsadas de su comunidad, quienes alegaban que a lo interno existe “censura, trabajo forzado” y que no se reza lo suficiente. “Solo les faltó decir que los teníamos secuestrados”, agregó.
También señaló que han enfrentado problemas con algunos cartagineses que inventan que los monjes pasan por las casas cobrando dinero a los vecinos de la zona o con curas de la localidad que les reclaman cuando publican en su página de Facebook convocatorias para aquellos interesados en unirse al monasterio. “Decían (cosas) como ¿para qué suben eso? Eso es como tonto”, manifestó.
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Este es el único monasterio de hombres de vida contemplativa de la Orden de San Benito en Centroamérica. Se dedican a la contemplación a Dios y de las realidades celestiales mediante el claustro, es decir encerrados y sin una vida convencional. Todos se levantan a las 4 a. m. para comenzar a orar y trabajar a diario, sin falta y sin excusas. Consiguen fondos mediante la venta de pan y artículos religiosos fabricados por ellos mismos y por mes generan cerca de ¢800.000.
Los requisitos para pertenecer al monasterio son: ser mayor de 21 años, tener bachillerato, llevar una carta recomendación de alguna parroquia, cumplir todos los sacramentos, tener la hoja de delincuencia limpia y ser una persona entregada a Dios, principalmente a la orden de Benito de Nursia, un antiguo cristiano considerado iniciador de la vida monástica en Occidente y venerado como santo por la Iglesia católica, ortodoxa y luterana.
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