Por tercera vez en menos de dos meses, San José sufrió de parálisis parcial.
Primero fue Barack Obama rodando en la Bestia a inicios de mayo. Luego fue el líder chino Xi Jinping al arranque de junio. Ayer fue un colectivo de organizaciones sociales y ciudadanos insatisfechos quienes rompieron la vida diaria de la capital.
Solo que, en esta ocasión, el país entero acompañó a los josefinos a un costo: cierre de muelles en Limón, falta de personal en hospitales, carreteras que atraparon a conductores y falta acceso al aeropuerto: el pequeño cosmos tico se trastocó durante la jornada.
El país estaba advertido: habría afectaciones en servicios de salud, educación, carreteras y en muelles.
Desde las 7:00 a. m., empezó a notarse que no sería una jornada regular. Muchos pacientes del Hospital México no se reportaron a sus citas y las escuelas abrían con unos cuantos maestros.
“Aquí cada docente siguió su propio paro, pues no nos llegó notificación del Ministerio o de las asociaciones. Yo vine porque me encanta mi trabajo”, comentó Rosa Cantillo, directora de la Escuela República de Argentina, en barrio México, San José.
El Hospital México resintió la falta de personal en buena parte de sus servicios, patrón que se repitió en el Hospital San Juan de Dios. En el primero solo abrieron cinco de 14 quirófanos.
El Calderón Guardia, por su parte, tuvo un día normal, con excepción del Laboratorio Clínico, que permaneció cerrado.
“Vine a medicina interna y a retirar unos medicamentos por un problema que tengo en la columna. Todo estuvo muy bien”, señaló Rodolfo González, vecino de Los Yoses, de 76 años.
Pacientes del Hospital Vicente San Paúl, de Heredia, reportaron que no fueron alimentados y que tampoco les permitieron ingresar comida. Así le ocurrió Jimmy Cerdas, cuyo hijo, internado en el pabellón pediátrico, no tuvo ni almuerzo ni desayuno.
El ministro de Educación, Leonardo Garnier, aseguró que ese sector se vio bastante afectado por el paro, aunque no precisó los alcances.
En la Escuela República de Chile, en barrio Luján, San José, sonaba un saxofón. José Guillermo Espinoza, profesor de Música, decidió ensayar en vez de sumarse a la manifestación.
“Empecé a las 7:00 a. m. y aquí sigo hasta las 1:10 p. m., cuando termine mi turno”, dijo el músico de 28 años, partituras en mano. Luego empezó otra vez a tocar. En la escuela no sonaba nada más.