Con los mismos nervios que sus 71 compañeros del Liceo Rincón Grande, en Pavas, Jesús Daniel Castro ingresó a su primera prueba de bachillerato, ayer, a las 9 a. m.
Sin embargo, mientras ellos leían las preguntas y llenaban las bolitas con respuestas, el joven navegaba en la prueba de Español con las yemas de los dedos, y le dictaba las respuestas, una por una, a la tutora asignada por el MEP para asistirle durante la evaluación.
Otros tres alumnos no videntes como él, están haciendo sus pruebas de bachillerato en braille, un sistema de lectoescritura para ciegos que consiste en signos en relieve para leer con los dedos.
Este es apenas uno de los 27 tipos de adecuaciones que da el sistema educativo a los alumnos con discapacidad, problemas de aprendizaje o necesidades particulares.
Las adecuaciones van desde exámenes impresos con letra ampliada a 36 puntos, hasta la asignación de tutores expertos en Lesco, entre otras. Hay alumnos a los cuales se les da una hora adicional para completar la prueba, un tiempo de descanso o un recinto aparte para que se pueda concentrar.
Este año, la dirección de Gestión de Calidad Educativa registró 43.012 exámenes con adecuaciones. La cifra ha aumentado desde 1998, tras la aprobación de la ley 7.600, de igualdad de oportunidades para las personas con discapacidad.
Félix Barrantes, jefe de Gestión de Calidad Educativa del Ministerio de Educación Pública (MEP), explicó que el dato se contabiliza por examen y no por alumno; por lo tanto, no precisa cuántos jóvenes reciben una modificación.
Cada estudiante aplica seis pruebas; una por materia. No obstante, algunos no reciben adecuaciones en todos los exámenes. Es decir, como mínimo hay 7.200 alumnos beneficiados, un 17% de los 42.000 que hacen las pruebas.
“Las adecuaciones no las definimos nosotros; eso lo determinan en las instituciones y las regiones. A nosotros nos informan para que podamos preparar los materiales”, explicó Barrantes.
Según Alejandro Murillo, orientador del Liceo Rincón Grande, 12 alumnos tuvieron adecuación.
“Prácticamente todos la tienen en todas las materias. Por lo general, es tiempo adicional, recinto aparte y períodos de descanso”, explicó Murillo.
El director del colegio, Rolando Solano, dijo que esta es la primera vez que aplican una prueba a un alumno no vidente, y que fue gracias al trabajo en equipo de docentes, familia, MEP y el Instituto Helen Keller, que ofreció asesoría.
Unos 20 minutos después de las doce mediodía, Jesús salió del aula, satisfecho y aliviado. “¡Estuvo fácil, claro que pasé!”, celebró.
Al igual que muchos de sus compañeros de generación, el examen de Estudios Sociales es de los que más le preocupa por la cantidad de materia. Mas él confía en lograr su título para estudiar Derecho a partir del próximo año.