Tegucigalpa. El presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, asumió este sábado un segundo mandato consecutivo en medio de protestas de la oposición, que sigue clamando que hubo fraude en los polémicos comicios de noviembre.
Hernández recibió la banda presidencial en una sesión del Congreso en el Estadio Nacional de la capital, colmado de simpatizantes y fuertemente resguardado debido a las manifestaciones opositoras en Tegucigalpa.
“Prometo cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes”, expresó el mandatario, un abogado de 49 años, al juramentarse nuevamente al frente del gobierno de Honduras, un país empobrecido y golpeado por la violencia.
Mientras sus seguidores lo aclamaban en el Estadio Nacional, sus adversarios se concentraron en la colonia capitalina de Miraflores, donde fueron despejados por la por la Policía con gases lacrimógenos cuando intentaron marchar hacia el lugar de la investidura.
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El Estadio Nacional estaba rodeado por varios anillos de seguridad con policías y militares ubicados desde 500 metros alrededor del recinto deportivo.
En su discurso, Hernández se comprometió a mejorar la seguridad e invertir más en salud, educación y empleo, al tiempo que llamó a sus adversarios a un diálogo para superar la polarización que dejó el proceso electoral.
“Frente al pueblo hondureño, me comprometo a desarrollar un proceso de reconciliación entre todos los hondureños, como debe ser”, declaró.
“Estoy consciente que existen las diferencias, tenemos que sentarnos a dialogar... sin barreras, tenemos que unir al país”, agregó el mandatario.
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Soldados y policías lanzaron gases lacrimógenos contra los manifestantes que protestaron contra la inauguración presidencial de Juan Orlando Hernández, el 27 de enero del 2018, en Tegucigalpa, Honduras. (Eduardo Verdugo)
Hernández es reconocido entre la población por la estabilización económica bajo su mandato y por reducir los altos índices de violencia criminal.
Pero al mismo tiempo enfrenta críticas: le señalan de tener tendencias autoritarias por su férreo control del aparato estatal, y además por varios escándalos de corrupción que sacudieron su primer periodo de gobierno.
Antes de que Hernández fuera investido, un grupo de manifestantes detuvo y apedreó un bus con simpatizantes del presidente que se dirigían al Estadio Nacional. No se reportaron heridos y los oficialistas huyeron del lugar.
En otros puntos de la capital se registraron bloqueos de carreteras, que fueron levantados por las autoridades.
En la colonia Miraflores, donde se concentró la oposición, el excandidato Salvador Nasralla, principal rival de Hernández en las elecciones de noviembre, anunció que las protestas continuarán.
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“Las protestas no terminan hoy, esto va a ser permanente”, aseguró Nasralla, un popular presentador de televisión de 64 años postulado a la presidencia por la izquierdista Alianza de Oposición Contra la Dictadura.
Nasralla, quien perdió la presidencia por unos pocos puntos, apoyó la invitación de Hernández al diálogo, pero aclaró que debía hacerse con un mediador que garantice que lo que se acuerde en las conversaciones sea cumplido.
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El presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, tomó juramento sobre una Biblia en manos de su madre Elvira Alvarado. También lo acompañó su esposa Ana García (segunda a la izquierda), y su hija Ivonne Hernández (derecha), en el Estadio Nacional de Tegucigalpa, Honduras. Foto: AP (Fernando Antonio)
El líder opositor encabezó la noche del viernes una caravana por las calles de Tegucigalpa con centenares de vehículos que recorrieron hasta la madrugada varios barrios capitalinos.
La manifestación tuvo momentos de tensión cuando agentes de seguridad lanzaron gases lacrimógenos contra la caravana.
“Venimos a decirle a JOH (por las iniciales de Hernández) que no lo reconocemos como nuestro presidente”, declaró en la caravana una joven que se identificó como Silvany, que llevaba en la cabeza una cinta blanca de la alianza opositora, que dirige el derrocado expresidente Manuel Zelaya.
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La elección de noviembre despertó sospechas de irregularidades y denuncias de fraude pues en un primer conteo Nasralla apareció al frente con 57% de los votos contabilizados, pero días después Hernández tomó ventaja tras una serie de interrupciones en el sistema de cómputo del Tribunal Supremo Electoral (TSE).
El TSE finalmente proclamó vencedor a Hernández tres semanas después de la votación y en medio de continuas protestas opositoras. Organismos de derechos humanos aseguran que unas 30 personas murieron en las acciones policiales para despejar bloqueos de carreteras protagonizados esos días por partidarios de la oposición.
El presidente había logrado postularse a un segundo mandato consecutivo gracias a un fallo de la Corte Suprema de Justicia, pues la Constitución hondureña prohíbe la reelección presidencial.