Bagdad AP Una ola de atentados con coches bomba y otros ataques mataron al menos a 58 personas ayer en Irak, muchos en poblaciones de mayoría chiita, otro sangriento recordatorio de la incapacidad del Gobierno para frenar las tensiones sectarias.
Irak está experimentando su peor ola de violencia mortífera desde 2008, aumentando los temores de que el país está regresando a un periodo de matanza generalizada como la que la acercó al borde de la guerra civil después de la invasión liderada por Estados Unidos, de 2003.
Más de 4.000 personas han muerto en ataques desde principios de abril, entre ellos 804 solo en agosto, según cifras de Naciones Unidas.
El ataque más mortífero ocurrió en la ciudad de Hillah, 95 kilómetros al sur de Bagdad, donde un carro bomba cerca de un mercado al aire libre y un estacionamiento mató a nueve civiles e hirió a otros 15. Poco después, otro coche estalló cerca y mató a seis civiles e hirió a 14.
En la población de Iskandariyah, 50 kilómetros al sur de la capital, otro coche bomba estalló en un estacionamiento y causó la muerte de cuatro civiles e hirió a nueve. Otro vehículo cargado de explosivos detonó en la ciudad chií de Karbala y mató a cinco y dejó heridas a 25 personas más.
En Bagdad, un coche bomba que estalló cerca del convoy del presidente del consejo provincial de Bagdad mató a tres e hirió a ocho. El funcionario escapó ileso.
Otros dos coches bomba estallaron en las ciudades meridionales de Basora y Nasiriya; en el ataque murieron ocho civiles y 26 resultaron heridos, dijeron dos agentes. Nadie se atribuyó la responsabilidad de los atentados, pero ese tipo de ataques en cadena es una de las armas de la rama local de al-Qaeda, llamada Estado Islámico de Irak, para minar la confianza en el Gobierno chiita.
En ocasiones, los insurgentes lanzan múltiples ataques durante dos días seguidos o más. El sábado, 27 personas murieron en ataques suicidas, atentados y tiroteos.