Se dice que nuestras venas y arterias son como las carreteras por las que transita la sangre; integran un circuito vital para que les llegue oxígeno y nutrientes a las células. Al igual que ocurre con las carreteras, el “mal mantenimiento” puede hacer que surjan abultamientos o fallas en las rutas, y que el asfalto no resista bien el flujo vehicular.
Justo así sucede con nuestras arterias, incluida la más importante: la aorta, que se extiende desde el corazón hasta el abdomen, donde se divide en dos y cambia de nombre (arterias ilíacas). La aorta no es inmune a sufrir este tipo de abultamientos o fallas y, a la vez, seguir cumpliendo la misión de canalizar la circulación sanguínea.
Uno de esos problemas es el aneurisma de aorta. ¿Qué es, cómo se comporta, qué factores de riesgo hay? Lo veremos con ayuda del cardiólogo Andrés Garzona Navas y de las guías y documentos de instituciones internacionales.
Primero comencemos por definir qué es un aneurisma. Garzona lo resumió como una dilatación o agrandamiento de un vaso sanguíneo; se ensancha o se agranda el tamaño normal de unos de estos vasos; puede suceder en cualquier parte del vaso sanguíneo.
“Típicamente los aneurismas suceden en las arterias, y la arteria principal del cuerpo es la aorta. En ese ensanchamiento, la estructura normal de la arteria se dilata como si fuera un globo. El globo se va dilatando y la pared se adelgaza. Entonces, la pared de la aorta se adelgaza y se hace más susceptible a un problema mayor: una ruptura de ese vaso”, explicó Garzona.
El aneurisma, entonces, debilita la pared de la aorta, como cuando una tela se estira y se vuelve más delgada y, si seguimos estirando, corremos el riesgo de romperla.
La Clínica Mayo describe los aneurismas de aorta como un “bulto” que se forma en alguna parte de las paredes, lo que aumenta el riesgo de sufrir un desgarro. La sangre se dispara a través del desgarro, y esto produce que las capas interna y media de la aorta se separen; a esto se le llama disección. Si la sangre atraviesa la pared aórtica externa, a menudo la disección aórtica es mortal.
Volviendo a la analogía de la carretera, es como si la vía se abriera, se partiera en dos y el flujo vehicular saliera en diferentes direcciones provocando accidentes.
Factores de riesgo
Este mal no es tan común; en un hombre se ve entre el 1% y el 9% y en las mujeres entre el 1% y el 6%. Garzona especificó que esta patología se vuelve más común conforme mayor es el individuo.
Las personas que fuman, tienen obesidad, colesterol alto y padecen de hipertensión mal controlada también tienen un mayor riesgo de desarrollar este problema.
Sin embargo, el especialista indica que hay un factor al que personas jóvenes y sin otros factores de riesgo deben prestar atención: la historia familiar. Hay enfermedades de tipo genético y hereditario que aumentan el riesgo de aneurismas de aorta.
“Existen síndromes específicos de dilatación aórtica, como el síndrome de Marfan o la aorta bicúspide; son varios síndromes que tienen en común anomalías en los componentes elásticos de las arterias. Son enfermedades raras, pero si se ve en algún miembro de la familia, los demás deben estar atentos”, afirmó el cardiólogo.
“Si no cuidamos la salud de nuestras arterias, ese elástico que tiene que estar bien tenso se puede ir dilatando con el tiempo y estirando. Y ese estiramiento se va perdiendo, puede llegar a estirarse más de la cuenta y romperse”, añadió.
El gran enemigo: el silencio
Garzona recordó que el gran problema es que en las primeras etapas, las personas pasan asintomáticas y no hay señales hasta que ya es tarde. Sin embargo, dolores de espalda o de tórax dan la alerta.
“Por eso, si tenemos factores de riesgo, es bueno ser valorados por algún médico. Si usted tiene una condición en su familia, dígala, así el médico sabrá cómo examinar y qué pasos seguir. Podemos, por ejemplo, hacer ultrasonidos de corazón y de abdomen”, destacó.
Un aspecto vital es que si tiene presión arterial elevada debe tenerla controlada. La hipertensión va a poner más presión sobre la arteria y podría empeorar la situación y estirar más rápido las arterias.
“Hay tratamientos que permiten controlar la presión. Tener la presión arterial controlada es clave. Si vemos los números elevados debemos actuar antes de que dañe algún órgano”, puntualizó el especialista.
Además, los niveles altos de colesterol y azúcar pueden envejecer las arterias, por lo que también es necesario mantener los niveles bajos.
Garzona recalcó la necesidad de investigar si entre familiares cercanos se han dado problemas en la aorta. Si ese es el caso, es bueno acudir a un médico para que le dé seguimiento y así detectar a tiempo cualquier anomalía.
“Si no indagamos, no lo veremos como algo importante a la hora de conversar con el médico. Acostúmbrese a preguntar; pregunte el nombre de las condiciones, esos nombres pueden ser muy importantes”, concluyó.
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