Bruselas. El embargo de la Unión Europea (UE) sobre el carbón ruso, entra en vigor el miércoles a medianoche, en el marco de las sanciones contra Rusia por la invasión de Ucrania y en momentos en que el bloque enfrenta tensiones en materia de suministros energéticos.
Este embargo empieza a aplicarse, como estaba previsto, cuatro meses después de su adopción en abril por los 27 países de la UE, como parte de una quinta salva de medidas contra Moscú. Solo los contratos comerciales firmados antes del 9 de abril podrían cumplirse durante este período.
LEA MÁS: Alemania recurre al carbón ante disminución de gas ruso
Se trataba de la primera sanción de la UE que afectaba al sector energético ruso. Los europeos decidieron luego, a fines de mayo, un embargo progresivo de aquí a final de año sobre el petróleo ruso.
La UE importaba hasta el año pasado 45% de su carbón de Rusia, por un valor de 4.000 millones de euros anuales ($4.130 millones). Algunos países, como Alemania y Polonia, que lo usaban para producir electricidad, eran muy dependientes de ese mercado.
El consumo europeo anual de carbón, un combustible fósil contaminante, cayó de 1.200 a 427 millones de toneladas entre 1990 y 2020 y el cierre de muchas minas en los países del bloque incrementó la dependencia de las importaciones.
Para la hulla, las compras de la UE a Rusia pasaron de ocho millones de toneladas en 1990 (7% de las importaciones) a 43 millones en el 2020 (54%).
:quality(70)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/gruponacion/SUNP5WDOLFGCBE6WJNXJCC62EE.jpg)
El embargo sobre el carbón ruso lleva a los europeos a aprovisionarse en otros lugares como Estados Unidos, Australia, Sudáfrica o Indonesia. FOTO:
Frente a la caída de los suministros de gas ruso y ante el riesgo de escasez, varios países (Alemania, Austria, Holanda, Italia) decidieron en los últimos meses recurrir más a las centrales de carbón. En los cinco primeros meses del 2022, la electricidad generada a partir de carbón en Alemania tuvo un incremento del 20%, según el gabinete Rystad.
El embargo sobre el carbón ruso lleva a los europeos a aprovisionarse en otros lugares como Estados Unidos (el 17,5% de las importaciones de hulla de la UE en el primer semestre), Australia, Sudáfrica o Indonesia.