Costa Rica es una economía pequeña y abierta, esto significa que se acepta en el marco monetario tener una cuenta de capitales abierta, que permite el libre flujo de dinero y recursos monetarios con el resto del mundo.
Esto hace que el Banco Central de Costa Rica (BCCR) considere en sus decisiones de política el contexto internacional, siendo un aspecto importante el estudio de los diferenciales entre la tasa de interés interna y la externa.
Bajo esta premisa, las acciones de política monetaria que se llevan a cabo en las principales economías globales, en especial aquellas con quienes mantenemos mayores relaciones comerciales, son determinantes para las decisiones que toma el BCCR respecto a la Tasa de Política Monetaria.
Especialmente se debe poner atención a lo que sucede en Estados Unidos, donde la inflación se sigue proyectando fuera de la meta para los próximos dos años. La política monetaria implementada por la FED (equivalente a nuestro Banco Central) se encuentra en un debate sobre si mantener las tasas de referencia en el rango actual, entre el 5.00% y 5.25%, o aumentarlo, para luego elevar la discusión hacia el tiempo en que deberá mantener las tasas en esos rangos altos. Las últimas proyecciones de la autoridad monetaria apuntan a que podría llevar la tasa de interés hasta un 5.6%.
Y es que los determinantes de la inflación en ese país siguen fuera de la senda que lleven el indicador a la meta del 2%. En efecto, el mercado laboral sigue desajustado, con una tasa de desempleo históricamente baja en 3.7%, los salarios, aunque crecen menos siguen siendo altos, alrededor del 4% o 5%. Por su parte, las expectativas de inflación, otro determinante sustancial, se han estancado alrededor del 4%, mostrando una posición cautelosa por parte de los agentes económicos respecto a los esfuerzos que deba realizar la FED para controlar la inflación.
Otros bancos centrales como el Banco Central Europeo y Banco de Inglaterra siguen apostando por más aumentos en sus próximas reuniones de política, mientras que el de Australia, donde se esperaba una pausa, decidió aumentar más sus tasas, o el de Canadá, que había pausado su política desde enero, decidió hacerla más restrictiva en su última reunión hasta alcanzar el 4.71%, su tasa más alta desde 2001.
Lo mismo sucede en países vecinos latinoamericanos, donde la inflación ha venido cediendo, en algunos a mayor velocidad, pero sigue siendo alta, lo que provoca que las tasas de referencia se mantienen en niveles históricamente altos.
Ahora se analiza la situación a nivel nacional. La inflación está ya por debajo del rango meta una vez que los choques externos han pasado y se han estabilizado, lo que le ha permitido al Banco Central reducir la TPM en 200 p.b. (puntos base) desde su máximo de 9%, y el espacio generado por la baja inflación le permitiría continuar con descensos, que bien podrían ser más agresivos, sin embargo, se deben considerar algunos elementos adicionales sobre la reversión de la política monetaria restrictiva.
Primero, los riesgos en la coyuntura internacional siguen latentes: como ya se mencionó la inflación en los principales socios comerciales seguirá alta en lo que resta del 2023 lo que implica que las tasas de interés también lo harán, la guerra en Europa del Este continúa y puede intensificarse, el fenómeno de El Niño puede traer un alza importante en los precios de materias primas, el precio de los combustibles puede aumentar debido a las decisiones recientes de algunos de los principales productores, y el crecimiento económico mundial sigue con signos de moderación.
Luego, el Banco Central actúa con prospectividad y con gradualidad. En este sentido la volatilidad ha sido el principal ingrediente en el ámbito económico y financiero después de la pandemia. La disminución inicial de 100 p.b. (puntos base) realizada en abril anterior fue para dar un mensaje claro de un cambio en la posición de política, y a partir de ahí las disminuciones más graduales pueden ir respondiendo a la realización o no de eventos identificados en el corto plazo.
Ahora bien, en la otra cara de la moneda en cuanto a las decisiones de aumento o disminución de tasas se encuentra la actividad económica, la cual, sin considerar las zonas francas, crece débilmente alrededor del 2.6% según las últimas estimaciones del PIB, esto aunado a las condiciones de nuestro mercado laboral que se deterioraron con la pandemia y que tampoco han dado un empuje significativo en la generación de empleo.
Todo lo anterior puede resumirse en que el contexto internacional pondría un piso a las disminuciones de la TPM, la decisión ahora del BCCR debe girar en torno a qué tan rápido quiere llegar a ese mínimo y que tanto puede favorecer o afectar esta decisión a la actividad productiva.