
Frituras, salsas, alimentos azucarados y gaseosas forman parte de la dieta diaria de miles de niñas y niños en Costa Rica. No en vano, somos el segundo país de Centroamérica con mayor índice de sobrepeso y obesidad infantil, después de Panamá. El resultado: la clara amenaza de una nueva generación más enferma, con más problemas cardíacos, de hipertensión, diabetes y una baja autoestima asociada al bullying que sufren niñas y niños con sobrepeso y obesidad, en sus centros educativos.
Pese a los esfuerzos que vienen realizando sectores de educación y salud en los últimos años, aún hay bastante camino por recorrer para derribar mitos, malos hábitos familiares y sendentarismo: factores que afectan el derecho a una salud integral de la niñez.
Esta emergencia se aborda en el último informe Estado de los Derechos de la Niñez y la Adolescencia (EDNA), que se presentó la semana pasada en la Universidad de Costa Rica, y que alerta sobre la importancia de hacer “un cambio cultural”, porque que aunque se hacen esfuerzos en términos de política pública, la realidad es que existe resistencia desde los hogares hacia los hábitos saludables.
Empezar por la casa. Familias costarricenses siguen estancadas en los mitos de que “niños rellenitos o gorditos están sanos” o de que “la comida saludable es aburrida y no es rica”. De febrero de 2018 a abril del 2019, el Ministerio de Educación Pública recibió más de 3.000 quejas de padres de familia en contra de los cambios de menús de los comedores escolares, “fruto del desconocimiento sobre la importancia de cambiar la forma en que se alimentan los niños”, afirma el Informe EDNA 2019.
Con base en el censo de Peso y Talla 2016, más de 118 000 escolares tienen sobrepeso y obesidad. Los datos también demuestran que cuatro distritos con los índices más bajos de desarrollo social son los que encabezan las mayores cifras de obesidad, siendo estos: Zapotal (San Ramón de Alajuela), Picares de Mora (San José), Caldera del cantón de Esparza (Puntarenas) y Desamparaditos en Puriscal (San José).
En Heredia, una intervención de la Universidad de Costa Rica con estudiantes de II ciclo de Primaria del cantón central de la provincia, puso en evidencia que la prevalencia de sobrepeso y obesidad en las niñas y en los niños fue de un 34.2 %. Un 30% presentó altos niveles de sedentarismo y un 27 % bajos niveles de autoestima.
Los datos encienden las alarmas sobre una epidemia que debe ser atendida con urgencia, empezando por los hogares y modificando los hábitos en comidas y la importancia de practicar actividad física.
¡Despeguémonos de las pantallas! Caminemos, corramos y comamos saludable, para evitar que el ajetreo diario, el facilismo de la comida rápida y las frituras terminen por pasarnos la cara factura de una joven generación enferma, física y emocionalmente.
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