Con ese verso dariano lo afirmo: en 1973 estaba en Chile, cuando el golpe'
A principios de los años ochenta, con los incidentes de Nandaime, me encontraba en la cárcel de Granada (oiga: de intérprete), y comenzó mi desencanto con el sandinismo.
Y “soy aquel” que en Panamá, vio cómo los esbirros de Noriega golpearon salvajemente al demócrata Ford. Unos años más tarde, en Honduras, me tocó ver la antesala de la pugna que todavía no ha terminado.
Semanas ha, estaba en Colombia justamente cuando el ataque fulminante contra ese bastión de las FARC, y hace unos días, en Guayaquil, presencié una sublevación contra el presidente Correa, allá.
Desde el inicio de mi estadía en Ecuador, en la huella de Jodoco Rique (aquel franciscano flamenco que pasó por Nicoya antes de ayudar a fundar Quito), me tentaba esbozar cierto paralelismo con Costa Rica: países pequeños, uno en “la mitad del mundo” mientras el otro, con tres veces menos población, se cree “el ombligo del mundo”.
En Quito, comprobé parecido orgullo por la exportación masiva de flores, las mismas rejas en las casas (pero con una presencia policial notoriamente más efectiva).
En Esmeraldas, ese peñón me recuerda la tercera playa en Manuel Antonio. Luego, esa misma pretensión, entre Puntarenas y Guayaquil, de ser la perla del Pacífico ' “El espejo”, edificio impecable allá, recuerda la gloria, algo marchita de nuestro Colegio de Señoritas; constituye la contraparte del Mejía (el “Florencio del Castillo” nuestro), equivalente al Liceo de Costa Rica. Hubo como un cruce de vías: el presidente Eloy Alfaro de allá tuvo que refugiarse en Costa Rica, y Monseñor Thiel fue expulsado de ese precioso y limpio monumento a la Humanidad que era y es Quito. Debe de haberse sentido llegando a una aldea, al ver, entonces como ahora, nuestro San José sucio y diminuto'
Adelante con Correa... Y sigo comparando ese Ecuador de tres regiones con nuestra Costa Rica igual esencialmente tripartita. Solo que allá son 25 las lenguas nativas y la mitad de la población las habla todavía: esfuerzo ingente frente a nuestros afanes museísticos.
Esta indígena que veo, como en cantidad de puestos de peaje de “tramos concesionados”, se oye y se siente perfectamente integrada, en español y hasta en inglés, en un país donde las carreteras se construyen de una vez amplias y buenas. ¡Y hay policía de tránsito funcionando! Igual allá se me comentó de los mismos flagelos de corrupción y narcotráfico...
Mucho trecho queda, en ambas partes en cuanto a justicia fiscal y distributiva, pero los ecuatorianos cuentan con estabilidad financiera (el dólar) y un IVA al 12%. Adelante con Correa' eso sí' preservándose de los tentáculos del ALBA'
Allí constaté dinamismo, eficacia y previsión en la gestión pública' En lo político, al igual que en tiempos de los Arias, los ecuatorianos observan un hermano de presidente bastante inquieto'
Por este lado de la barrera, afirmarán que cuentan con más estabilidad y que esta sublevación policial, con varios muertos, que presencié, no sería posible entre nosotros' Sí, llevamos cierta ventaja en cuanto a evitar el show que por lado y lado (del Presidente y de sus opositores) observé, allá.
“Yo soy aquel” que no cuenta noticias, sino que vivió y sobrevivió este nuevo capítulo “sin comedia y sin literatura/ porque si hay un alma sincera, esa es la mía.” En la expresión se me anticipó Darío, el cosmopolita. “¡La caravana pasa!” nos sigue señalando.
Por favor, en ambos países, no seamos simples espectadores. ¡Construyamos!