MARTES CON ARIAS

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PROPAGANDA. Los martes con el Presidente del país: ahora que el presidente Óscar Arias es imagen en la televisión semanal, podemos acercarnos a su figura de una manera más despreocupada.Él mismo se permitió un tono casual para contar que, cuando en la calle le gritan “hijo de puta” y “malparido” —él usó esas palabras—, personalmente no se molesta, aunque lamenta el empate habido entre la educación académica y las malas maneras.Solo para evitarle esas malacrianzas, el cordón de seguridad debería ser de unos trescientos metros. Por otro lado, los mandos de estudiantes y trabajadores sindicalizados deberían procurar entre sus miembros el respeto mínimo por el hecho de tratarse de una persona, más que por la circunstancia de ser el Presidente. Diferir sin vulgaridad implica talento y cortesía. Eso de las ofensas es solo una anécdota curiosa que saltó en el primer programa de su nuevo proyecto de contacto ciudadano y es una pequeña distracción de lo importante: evaluar su programa de los martes a las 8 de la noche, en el Sinart (Sistema Nacional de Radio y Televisión, en el canal 13).Como expectativa incumplida fue un vil engaño. Dijeron que no sería propagandístico... y mejor se hubiera llamado Yo me amo o Espejito, espejito . Don Óscar no necesita despertar sospechas sobre el manejo poco inteligente de los recursos del Estado para subir su perfil de dirigente. La paradoja del presidente tico consiste en ser la figura representativa de una sociedad que resta importancia a la representación. Hablemos entonces de las obras, del futuro y de cómo llegar allí. Señale el progreso y el camino. Dígalo simple: una idea, un ejemplo, una aplicación práctica.En vez de un telediscurso disfrazado de entrevista, sería mejor encontrar opciones diferentes a las periodísticas. Como informativo fue aburridísimo. El programa ofrece demasiados datos y pocas ideas para relacionar con la vida cotidiana, los temas mezclaron cuestiones centrales con aspectos periféricos y, en la interacción entre gente y presidente, se nota la falta de naturalidad y la mano estratégica. El escenario es una mezcla de distracciones, semeja todo lo que hay en una tienda de chunches caros, pero reunidos sin armonía.Siento que la iluminación es escasa (sin echarle culpa alguna a los apagones; esta es otra historia). Vi sombras duras cruzadas debajo de la cara presidencial y le restan calidez: falta producción.








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