La calma antes de la tormenta es uno de los momentos más importantes de un concierto, porque ahí se ve quién es quién: algunos se toman fotos, otros optan por pedir bebidas y otros simplemente se desesperan. “¡Empiecen que mi mamá viene a las 10!” gritó una voz masculina desde la zona general; por supuesto, decenas se echaron a reír.
Lo cierto es que las 1.500 personas que vieron a Epica, compartieron minutos antes del concierto una ansiedad que se contagiaba fácilmente. Sin embargo, el resto del concierto estuvo lleno de momentos de gozo como ese, momentos intensos que mantuvieron al público emocionado durante toda la presentación.
En su tercera visita al país, el grupo de metal sinfónico emocionó y movió a las 1.500 personas que fueron a verlos este viernes 5 de mayo, en Club Pepper’s, Curridabat. El sexteto holandés hizo especial énfasis en su álbum The Holographic Principle (2016), pero también repasó algunos de los temas con los que forjó su carrera.
Energía
A las 8 p. m., la ansiedad del público estaba al tope. La entrada de dos personas al escenario para dejar algunas botellas de agua fue señal suficiente para que el lugar estallara en gritos. Tuvieron que pasar diez minutos más para que el público viera a uno de los miembros de Epica en escena.
A las 8:10 p. m., las luces se apagaron, el escenario se iluminó con el color verde y empezó a sonar desde una grabación el tema Eidola. El baterista Ariën van Weesenbeek entró caminando como si nada, saludó al público con un par de gestos y tomó su lugar en el banquillo.
Inmediatamente, el guitarrista Mark Jansen y los otros tres hombres que conforman el grupo entraron a escena y el griterío empezó. El bullicio no se opacó hasta que la vocalista Simone Simons entró para interpretar Edge of the Blade, uno de los sencillos de The Holographic Principle.
De nuevo se marcaron las personalidades: algunos tomaban videos, otros gritaban, algunos empezaron a agitar las cabezas violentamente al ritmo de la canción –como lo hicieron también el bajista Rob van der Loo y el guistarrista Isaac Delahaye– y otros simplemente admiraban con emoción al grupo.
“¡Muchas gracias, Costa Rica!”, dijo Simone Simons al finalizar la canción. El sexteto procedió a interpretar A Phantasmic Parade, del mismo álbum, pieza aún más pesada que la anterior.
Las luces del recinto se activaban con los golpes en la batería y los guitarristas se acercaban al frente del público. “¡Pura vida!”, gritó Mark Jansen, solo para enloquecer un poco más a su audiencia.
Continuaron con Sensorium (2003) –canción que ha sido interpretada en las tres ocasiones que el grupo ha visitado el país– y The Essence of Silence, tema proveniente de uno de los álbumes favoritos del público: The Quantum Enigma (2014). Si la mayoría de las canciones fueron coreadas, esta tuvo una recepción casi de himno.
Al finalizar el tema, el grupo reventó en gritos, “¡Epica, Epica, Epica...!”; entre el baterista y el tecladista, Coen Janssen, improvisaron al ritmo de ese clamor.
Detalles
“Mi amplificador no está funcionando muy bien”, dijo Jansen al público, mientras algunos técnicos trataban de reconectar su instrumento. “Nada de esto importa; tendremos una noche épica de todos modos. ¿Están listos para Unleashed?”, agregó el guitarrista. El público, que tenía cinco años esperándolos, estaba más que listo.
Hay que destacar que el público de Epica se mantuvo inquieto, pero no ofreció cátedra de mosh, como sí lo hizo la audiencia que tuvo Slayer tan solo cuatro días antes. El metal es una sombrilla grande que cubre distintas tendencias e ideas y, aunque un fanático pueda disfrutar de ambas bandas, este entiende que cada grupo tiene su protocolo.
Epica es un grupo para apreciar cada detalle, uno en el que la vocalista principal canta como soprano y de pronto una guitarra eléctrica asalta con un poderoso solo. Esta fórmula llena de contrastes se sintió en Fools of Damnation y The Obsessive Devotion, dos temas del álbum The Divine Conspiracy (2007).
En ellos, el grupo mostró otras influencias sonoras, como la música de Oriente Medio, y el guitarrista Mark Jansen se lució con sus guturales. La energía de la música no mermó y la del público tampoco: la audiencia recorrió Ascension - Dream State Armageddon y Dancing In A Hurricane con la misma energía que mostraron al comienzo.
Al finalizar Ascension, del público voló una rosa que cayó a los pies de Simone Simons. Ella agradeció en español y anunció que el conjunto se retiraría por dos minutos, mientras iniciaban “una hermosa balada que viene en nuestro nuevo álbum”.
El público escuchó los violines que preceden a Once Upon a Nightmare y luego cantó a todo pulmón el tema. El ambiente se puso mejor cuando sonaron Unchain Utopia (2014) y Cry for the Moon (2003). Ambos son clásicos, pero Cry for the Moon fue la primera composición que grabara la agrupación y la que les valiera su primer contrato discográfico.
Es revelador que este tema se mantenga en el repertorio de la banda y que tenga tanta coherencia con lo que han compuesto recientemente. Mark Jansen la tenía clara desde hace 15 años e hizo bien en armar un grupo tan ambicioso como este.
Despedida
El público se volvió loco con Cry for the Moon, pero lo hizo aún más cuando Epica terminó y sus miembros iniciaron el ritual de despedida. Alzaron sus instrumentos en el aire y, sin hablar al micrófono, usaron sus manos para despedirse. “¡Epica, Epica, Epica!”, gritaron de nuevo y cuando se fueron iniciaron los gritos de “¡Otra, otra!”.
De la oscuridad del escenario emergió el tecladista Coen Janssen con un teclado empotrado en su cuerpo. “Gracias por venir a disfrutar, sobre todo porque hoy llovió muchísimo y a ustedes no les importó eso, ¡esto aún no se termina!”, dijo el tecladista.
El escenario se iluminó y sus compañeros regresaron para finalizar con Sancta Terra (2007), Beyond the Matrix (2016) y Consign to Oblivion (2005), el mismo tema con el que cerraron su última visita al país.
“Debemos volver a las leyes de la naturaleza y liberarnos de esta locura”, repitió en varias ocasiones Simone Simons, hasta el final de Consign to Oblivion. Claro que, después de una presentación tan emocionante, el público se iba a volver a la casa de cualquier manera menos cuerdo.