Kevin Johansen ha de ser bueno para hacer amigos. El ambiente que se genera en sus conciertos, sin barreras entre artista y público, consiguen que, al final de la noche, el músico en tarima parezca un compa más, incluso un viejo conocido, del que ya sabemos múltiples anécdotas y del que incluso nos despediríamos chocando las manos.
Por alguna razón, que probablemente radica en la sencillez proyectada desde tarima, el artista y su banda, The Nada, se ganan la confianza total de la audiencia con rapidez.
Ni siquiera es que Johansen se esfuerce antinaturalmente en ser cálido, nada más es auténticamente empático. Con eso y con sus letras divertidas, basta para entretenerse de la mano de canciones afables, entretenidas y rápidamente inolvidables.
Quienes lo vieron en su primera visita al país, el 28 de agosto del 2014, junto con el ilustrador Liniers, ya sabían a lo que iban. Sin embargo en esta ocasión la experiencia permitía poner atención exclusiva a la música, lo cual también contribuyó con el deleite. Además sus seguidores tuvieron la oportunidad de bailar con él en un uno a uno o, incluso, para verlo dirigir un “trencito” de nuevo a tarima.
Sus arreglos —se podría decir— están enriquecidos y fortificados, mientras que el grupo que lo acompaña está compuesto por seis grandes músicos con los que consigue un sonido lleno y versátil. Cambian de ambientes, alternan en ritmos, pero nunca defraudan.
Algunos temas cargan toda la esencia andina, en otros, en cambio, se percibe una gran influencia caribeña, mientras que algunos más, principalmente de los nuevos, pertenecen a géneros autóctonos estadounidenses.
Para cada caso, la instrumentación varía sutilmente pero en una medida justa. Por ejemplo se le agrega un slide a la guitarra eléctrica cuando lo que va a sonar es una pieza country, o se saca el charango para tocar un paso doble. El juego de percusión y el cencerro al pie del cantautor también son capaces de “latinizar” cualquier melodía.
Su más reciente disco, Mis Américas, es un buen reflejo de esa variedad de propuestas sintetizadas en una sola cabeza. En su carrera, Johansen se ha caracterizado por saltar de un mundo musical a otro con facilidad, alternando idiomas y evocando diferentes culturas.
Para el concierto en Jazz Café los temas de este álbum se fueron desperdigando en un recital que contó también con clásicos de su cancionero. En resumen, sus composiciones son irreverentes, con un sello personal que está cargado de humor.
La música de Johansen parece estar escrita sin tomársela tan en serio, pero eso no quiere decir que sea a la ligera. Sus piezas, siempre bien ejecutadas, son como conversaciones anecdóticas y, quizá por ello sea tan fácil digerirlas.
Con pocos artistas ocurre que, al final del concierto, uno como espectador salga más completo de como llegó al lugar. La música del estadounidense-argentino consigue esto con facilidad, sin importar si está cantando acerca de una reunión alrededor de una fogata, sobre guacamole o de la satisfacción que provocan los sueños.
Su repertorio parece estar armado para salir del recinto con la disposición a repetir la experiencia que, de seguro, proveerá risas y sonidos agradables para el oído.
EL CONCIERTO
Artista: Kevin Johansen + The Nada
Artista nacional: Jonathan Méndez
Lugar: Jazz Café Escazú
Fecha: 12 de julio
Organización: Grupo Muisca