Cultura

Iván Molina y la fuga de cerebros

Precisiones necesarias. No todos los talentos emigrados de Costa Rica se formaron en su país

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Si no me falla la memoria –anamnesis de lo que queremos olvidar–, fue en 1985 cuando me enfrenté a una situación de emigrante que me hizo reflexionar sobre mi identidad profesional, algo que aún no resuelvo con la lucidez que amerita mi vocación de científico. Entre las vicisitudes de un viaje, atraqué en el escritorio de un policía aduanal, el que –ataviado con un flamante uniforme azul y decorado con una copiosa cabellera rubia– me lanzó sin piedad (en inglés) la siguiente pregunta: “¿En qué trabaja usted?”.








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