Hay que respirar profundo para enumerar todo lo que Guido Saénz labró en la legendaria aventura de su vida.
Durante sus 92 años, Saénz no paró un solo momento en pos de las pasiones que le despertó la cultura, pues ella movía cada fibra de su ser. Enérgico, querido y, para muchos, polémico. Tras su fallecimiento, acontecido este martes 14 de diciembre, Costa Rica recordará para siempre el legado de un hombre excepcional, en especial por importar la mirada intelectual de la cultura del primer mundo a nuestro país.
Tras una vida como pintor, escritor, actor, gestor cultural y pianista, don Guido Sáenz González falleció “en casa tranquilamente, en paz”, confirmó a La Nación su yerno, Edgardo Moreno.
Al revivir su memoria, aparecen momentos inolvidables para el desarrollo artístico del país: fue fundador de la Orquesta Sinfónica Juvenil, del Museo de Arte Costarricense, del Parque Metropolitano La Sabana, del Parque de la Paz y de la Plaza de la Cultura.
Nacido en San José, el 1.º de enero de 1929, dio estos grandes pasos para el país gracias a sus estudios culturales en California, Estados Unidos. Su carrera como director del Sistema Nacional de Radio y Televisión (Sinart), entre 1996 y 1998, y como viceministro del recién creado Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, entre 1970 y 1974, fueron el primer paso en firme para conseguir esos objetivos.
En los gobiernos de Daniel Oduber y Abel Pacheco se convertiría en Ministro de Cultura y, desde allí, no cesó en convertirse en un agente de cambio, de evolución continua, de revolución. Don Guido amó las artes hasta el último suspiro y, en sus múltiples obras, quedó patente tan sublime romance.
Lo dijo bien Guillermo Madriz, exdirector del Centro Nacional de la Música: “Hoy solo queda agradecer su fuerza, para generar tanta belleza en nuestra sociedad”.
Un testamento incuestionable
Quien conoció a don Guido sabe, que con solo cruzar un par de palabras con él, cualquiera podría enterarse de que se estaba frente a alguien excepcional.
Prueba de ello fue una de sus últimas entrevistas a Viva, recién cumplidos sus 90 años, en el 2019. En aquel momento, el exministro de Cultura utilizó una frase fulminante: ‘la vida es muy corta; nos engañaron, es una estafa’.
LEA MÁS: Guido Sáenz a sus 90 años: ‘La vida es muy corta; nos engañaron, es una estafa’
Aún así, con ese reloj agotándose, el propio Saénz no dudó en afirmar que su vida fue única. Lo distinguía su carácter, lleno de carisma y sin poses.
“(Mi vida) ha sido muy intensa; ha habido gran pasión en lo que yo he hecho. Llego a esta edad con la satisfacción de haber vivido intensamente. He hecho muchas cosas para mi deleite y para el beneficio del país. He hecho las cosas apasionadamente; con dolores de cabeza, por supuesto, porque es un precio que hay que pagar cuando se hacen las cosas con intensidad y sin medir mayores consecuencias”, dijo.
Sobre esa pasión, es necesario repasar los hitos logrados en su camino. Enumerarlos significa recurrir a muchas comas ante una labor tan gigantesca.
Entre esos hitos, está la recuperación y la mirada cultural que le dio al Parque Metropolitano La Sabana; la creación del Museo de Arte Costarricense; la reinvención de la Orquesta Sinfónica Nacional, la cual incluía la creación del Programa Juvenil de la Sinfónica; el parque de la Paz; el Teatro Arlequín (donde fue actor y propició el desarrollo del teatro costarricense); la consolidación de las ruinas de Ujarrás; la restauración de las iglesias de Orosi y de Quircot; creó la Plaza de la Cultura y adquirió el Teatro Raventós (hoy Melico Salazar).
Además, a sus esfuerzos, hay que abonarle la restauración de la casa de Alfredo González Flores y el Fortín (ambos en Heredia); el Programa de Cultura en los Parques -junto con el gran artista Rafa Fernández-; el Taller Nacional de Teatro; el programa Atisbos, en canal 13; y la recuperación del edificio de La Aduana, que hoy es un centro del accionar cultural con ferias y eventos especiales.
De todos esos logros, don Guido siempre expresó preocupación con respecto al nuevo proceso que debió enfrentar la Sinfónica Nacional, el cual incluyó el despido de 32 músicos. En su momento, Saénz consultó con el Presidente Figueres la decisión.
“Fue un drama hacer eso… ¿Vos sabés qué es sacarlos de una institución donde tenían 30 años, en una orquesta que era malísima? Entonces, me jalé esa torta con la venia del presidente Figueres, que me dijo: ‘usted hace lo que tenga que hacer con mi respaldo a dos manos, aunque se le va a venir el mundo encima’. 32 músicos saqué yo. Allí fue cuando trajimos a Gerald Brown y músicos de afuera de Europa, América del Sur y Estados Unidos para hacer una orquesta sinfónica y una escuela, que fue lo que le dio vida profesional a la música en Costa Rica”, había contado a Viva.
“Yo conocí el caso de un país en que se hizo lo mismo: se cambiaron los músicos, tuvieron una orquesta exitosa dos o tres años, pero después no pasó nada; se volvieron a quedar con una orquesta mala. La idea mía era importar músicos, sacar los músicos de acá y hacer una escuela”, agregó en esa ocasión.
Otros de sus momentos más intensos ocurrió en julio del 2003, durante la administración de Abel Pacheco.
En aquel momento, con la Fuerza Pública y en medio de gritos e insultos, el entonces ministro de Cultura tomó la antigua Aduana Principal y sacó de su administración a la empresa Ferias Internacionales S. A. (Fercori).
“Unas personas lo atacan con calificativos como “inculto”, “prepotente” y “vulgar”, otros lo aplauden y piden más “Guidos Sáenz” en el Gobierno. Incluso, Abel Pacheco, presidente de la República, le dio su voto de apoyo y dijo: “Tigre que ruge no mata tepezcuintle (...) Don Guido actuó en defensa de los costarricenses, recuperando algo que es de nosotros””, se lee en los textos periodísticos del momento.
En esas instancias, Saénz dijo que pretendía convertir el espacio en el Museo Nacional de Artes Plásticas.
Para los años 80, se vendrían los premios y reconocimientos que hasta la fecha se siguen celebrando. La Nación lo declaró el personaje más destacado de la década en el campo cultural, en 1982 recibió el Premio de Periodismo Cultural Joaquín García Monge y en 1988 se le otorgó el Premio Magón.
Estos valiosos títulos acompañan su leyenda: la de quien se atrevió a creer en Costa Rica y su cultura.