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Roberto García | ES ASIDUO VISITANTE DEL CINE MAGALY, DONDE DICE VER SUS PELÍCULAS FAVORITAS. SE MOSTRÓ FELIZ DE SER RETRATADO EN ESA SALA DE CINE. ALBERT MARÍN/COLABORÓ CICADEX Y CINE MAGALY (Albert Marin)
Saprissa y la Liga en la cancha y Roberto García en el orinal. Todos sus apuntes de cronista deportivo se guardaban en una libreta que, por accidente, se fue a nadar en medio los desechos líquidos de decenas de fanáticos.
A Boby, como de cariño le conocen sus amigos, no le quedó de otra que vencer su comprensible asco y en un acto de valentía rescatar de la desgracia aquella libreta que, húmeda y olorosa, le serviría luego para hacer magia en las páginas deportivas de La Nación .
Aquella anecdótica escena, que bien podría inspirar un cortometraje, por casualidad retrata mucho de lo que García pretendía hacer cada domingo, fusionar en letras y en imágenes mentales sus dos grandes pasiones: el periodismo y el arte cinematográfico.
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Roberto García | TIENE 64 AÑOS DE EDAD. NACIÓ EL 18 DE SETIEMBRE DE 1952, EN GOICOECHEA . ALBERT MARÍN/COLABORÓ CICADEX Y CINE MAGALY (Albert Marin)
Por más de 37 años y desde su puesto de gestor cultural del Centro de Cine, García fue un promotor destacado del audiovisual tico. Allí hizo una monumental labor, apenas comparables con los 29 años que le dedicó a las páginas deportivas del diario de Llorente y a otras publicaciones como la revista Rumbo.
“Siempre intenté hacer esto. Por años vi mucho cine y cuando me sentaba a escribir quería que la gente percibiera lo que leía como una película, como una especie de guion”, expresó García con orgullo, agregando que gran parte de su inspiración también venía de la revista argentina El Gráfico y la literatura del escritor Julio Cortázar.
Hace cinco meses Roberto García se acogió a su pensión y mientras rasga una guitarra cantarina y le regala al mundo canciones de su propio ingenio, no hace más que anhelar y esculpir recuerdos de “su doble vida”, como él mismo la llama.
“Pasaba una semana entre películas, cineastas y conferencias. Era algo más formal. Pero cada domingo la cosa cambiaba un poco, el día era sagrado para el fútbol”, recordó un risueño Boby, quien nació en 1952 en San Francisco de Goicoechea y tiene 64 años de edad.
Jeans , gorra, tenis y grabadora en mano, el sétimo día de la semana García se vestía acorde para recorrer las canchas, “filmar su crónica” en 90 minutos de emociones y pescar a como diera lugar las mejores entrevistas. No era algo nuevo para él, cuando empezó sus labores en el Centro de Cine también tuvo que correr bastante.
En 1979, la fundadora del Centro de Cine María de los Ángeles Kitico Moreno le abrió las puertas de la institución a García. Sus primeras labores fueron las de llevar el vasto material que se producía en ese entonces a las comunidades más alejadas del país.
“En ese tiempo el material fílmico, que por lo general eran documentales, solo se pasaban en cadena nacional. Por esa misma razón no llegaban a toda la población”, explicó Boby.
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Junto a reporteros como Rodolfo Martín y Ramón Soto, Roberto García cubre la presentación de un documental sobre María del Milagro París. (Cortesía de Roberto García)
“Mi trabajo consistía, gracias a un programa de extensión cultural, llevar esas películas a salones comunales y hablar sobre ellos. A veces era complicado, llevábamos los rollos y las máquinas de película hasta en bus. Era un trabajo agotador, pero muy bonito”, recordó.
Años en lo mismo le concedieron a García la fama de ser uno de los costarricenses con más conocimiento del cine costarricense.
La obras de cineastas como Antonio Yglesias, Carlos Freer, Ingo Niehaus y Víctor Vega, entre otros pioneros del cine tico, las manejaba al dedillo.
“Vi muchas veces las películas. Además sabía porque me gustaban unas y porque no otras. Las conocía de principio a fin, me las sabía de memoria”, expresó orgulloso.
Tampoco se puede olvidar la labor de García en el campo del sonido, pues muchos de los documentales del Centro de Cine fueron registrados por él.
Alegría-dolor. Mientras García seguía apuntalando el cine nacional y, a partir de 1985 conquistando las masas lectoras con su estilo de reseñar fútbol, un proyecto que lo colmaría de satisfacciones se anidaría pronto en su corazón: Lunes de Cinemateca , de Canal 15 de la Universidad de Costa Rica.
El espacio, lanzado al aire en el 2003 para fomentar y difundir los esfuerzos por hacer cine nacional en nuestro terruño, se convirtió en un apoyo fundamental para los nuevos cineastas y con el tiempo una referencia audiovisual de casi 600 capítulos.
“Con Carlos Freer, quien dirigía canal 15 en aquel entonces, ideamos sacar el programa. Estábamos buscando presentador, pero como no encontrábamos, Freer me dijo que por qué no lo hacía yo mientras tanto. Al final me quedé”, recordó García con su inagotable sonrisa.
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Proyectar filmes en distintos salones comunales fue una grata experiencia para Roberto García. La foto fue tomada en Calle del Arreo, en Puntarenas. (Cortesía de Roberto García)
Boby no lo duda. Para él, Lunes de Cinemateca es el proyecto que más alegrías profesionales le inyectó a su vida.
“Creo que Lunes de Cinemateca es un producto muy bueno y es de referencia. Hicimos programas con los pioneros del cine tico, así como con los que iban emergiendo en los próximos años. Es el proyecto en el que siento que más se ha reflejado lo que hice, es de mucha satisfacción para mí”.
“Siento que desde esa trinchera pudimos aportar un granito de arena a la divulgación, promoción y educación de públicos”, acotó.
Precisamente por eso, García lamenta con dolor que Lunes de Cinemateca haya dejado de producirse. En la actualidad, canal 15 retransmite episodios de archivo, pero nada más.
Según García, quien se retiró del programa en el 2014, con su salida la producción del canal deseaba refrescar la imagen del espacio. En esos esfuerzos, la periodista Rocío Fernández quedó a cargo de la conducción.
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Sin embargo, luego de un tiempo sin la presencia de García en el programa, Lunes de Cinemateca no fue más.
“A mi me parece inaudito que haya salido al aire. Siento un gran dolor por eso. No puede ser que justo ahora, cuando hay un boom de producciones nacionales, el programa haya dejado de existir”, confesó García.
Al menos, García se siente feliz de haber entrevistado en el extinto programa a figuras como Esteban Ramírez ( Presos )y Miguel Gómez ( Italia 90 ), que en el momento que los llevó al set apenas iniciaban su carrera.
“Me da satisfacción verlos ahora más maduros y con varios proyectos fílmicos en su carrera”, confesó García.
Tampoco oculta decir que guarda cierta admiración por la cinta Gestación , de Ramírez.
“Para mi es una película que marcó un antes y un después del cine tico. Usted sabe que en el cine, al igual que el teatro, se crea una atmósfera cuando se presenta una obra. Cuando se presentó Gestación se sentía algo muy bueno”, finalizó.
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En sus labores deportivas, en la imagen vemos a Roberto García (al centro) junto a los periodistas Ricardo Quirós y Alvin Obando. (Cortesía de Roberto García.)
Seguir caminando. Con sentidas canciones como Tengo una guitarra o Una tarde en un solar –de su propia inspiración–, Roberto García pasa sus días de retirado.
En su juventud, antes de hacer del cine y el periodismo deportivo sus derroteros de vida, pocos saben que cantaba y tocaba en el El clan de Mamá, un grupo fundado por la educadora y compositora nacional Flory Navarrete.
Hoy, García toca la guitarra de vez en cuando. La hace sonar con el noble deseo de seguir aportando algo a la sociedad.
“Me gustaría retomar esto, dedicarle tiempo para poder ir a hogares de ancianos a tocarles un rato. Que puedan tener esparcimiento”, aseguró.
Tampoco ha dejado la pluma del todo. Los sábados de cada semana sale publicada una columna suya en La Nación. Se llama Desde la tribuna y desde ese espacio rememora las decenas de anécdotas que coleccionó en su carrera –la del orinal incluida–, comenta sobre la actualidad deportiva y temas varios de la vida cotidiana.
Sin duda, desde esas nuevas trincheras, García seguirá impactando a muchos. Inspirará como lo hizo con un joven periodista que, siendo apenas un niño, guardaba la platita del recreo para comprar La Nación y poder leer sus famosas y apasionantes crónicas.
“Cuando ese muchacho se me acercó y me contó eso yo sentí que todo había valido la pena. Lo abracé y ese día casi me pongo a llorar”, recordó conmovido el buen Boby.