San José (Redacción)
La Internet y las redes sociales han transformado al planeta de múltiples maneras, algunas que ni siquiera podemos cuantificar actualmente.
Entre ese bochinche de transformaciones está la figura de los influenciadores (o influencers en inglés), un tipo de seres humanos que existían antes de las redes pero no la de la misma manera que ahora.
Un influencer podía ser un periodista, un presentador de noticias o un actor, entre otros; básicamente, eran personas que tenían influencia sobre otras, por lo que sus palabras y acciones tenían mayor peso.
Con las redes sociales, no hace falta salir en televisión o en películas para ser un influencer: personas de las más variadas características sociales tienen la misma oportunidad de 'pegar' en Internet.
Desde Leonora Jiménez hasta Kurt Dyer, desde Krizz Solano hasta Yo Soy Pollo, desde Diego Wulf hasta Valeria Sibaja; muchos costarricenses aprovechan su popularidad en Internet para algo más que likes.
Encargado de la redacción del tema de portada de esta semana en Dominical, el periodista Alessandro Solís presenta el tema:
La idea de que todo en este planeta esté a la venta me incomoda desde que tengo uso de razón, pero cuando de la Internet se trata me afecta más, en el tanto mis primeros contactos con la World Wide Web me demostraron todo lo contrario.
Cuando empecé a usar Internet constantemente, hace unos 15 años, nada en la web era lo que es ahora: todo lo que teníamos eran foros para hablar con desconocidos sobre cosas que nos interesaban, plataformas para conseguir gratis lo que en las tiendas costaba mucho dinero, y un centro comercial de información donde nada tenía precio.
Aquello, por supuesto, es diametralmente opuesto a lo que hoy conocemos por Internet. Hoy, las redes sociales no se escapan nunca del consumismo, las posibilidades de comprar toda la canasta básica en línea son muchas, y la Internet ya no se asume como aquella herramienta revolucionaria que funcionaba al margen del capitalismo, porque eso ya no es cierto ni tampoco posible.
Dentro de todo esto, la publicidad se cuela en nuestros feeds como product placements en películas taquilleras: de maneras muy sutiles, ciertas personas con altos grados de popularidad pactan con ciertas empresas para promocionar sus productos sin irrespetar el espíritu de los contenidos que les han generado popularidad en primer lugar.
Tomemos, por ejemplo, el caso de Leonora Jiménez con Uber, cuando la modelo usó el servicio de transporte privado antes de que se estrenara en el país y usó sus redes sociales para promocionarlo. Eso no fue fortuito ni nació únicamente de las ganas de Jiménez de usar Uber: hubo una estrategia detrás para orquestar esos contenidos y generar un impacto en el mercado.
Ejemplos así hay muchos, pero otros tipos de publicidad en redes sociales también son posibles. De eso y otros temas satélites trata el reportaje de esta semana, para el cual hablé con varios influencers de distintas categorías para conocer sus objetivos, sus contenidos y la relación que tienen con ciertas marcas.
Quizá lo que más me ha dado vueltas en la cabeza de todo lo que aprendí reporteando este tema es la necesidad que tienen los mismos influencers costarricenses de advertirle a quienes deseen hacer lo mismo que ellos que no es todavía una fuente de ingreso fija y que no todos corren con la misma suerte de poder ganar dinero por hacer posts en redes sociales.
—Alessandro Solís Lerici
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Por su parte, la periodista Lucía Vásquez nos trae la historia de Abu Malek a-Shami, un soldado rebelde sirio que llena las paredes de su país con notorios grafitis de crítica social.
Encuentre esto y más en la Revista Dominical de este 6 de noviembre, y acompáñenos todos los domingos a conocer mejor el mundo.