En 2019 y 2020 la Fuerza Pública no incautó ni un solo kilo de marihuana hidropónica en el país, pero en los últimos tres años la situación ha sido diferente, porque ya se han decomisado un total de 2.673 plantas, poco más de 60 kilos de dicha hierba.
Aunque la cantidad es ínfima cuando se compara a las toneladas de marihuana del narco que se trafican desde países como Colombia y Jamaica, refleja que es una práctica cada vez más común en el territorio nacional, pero con características distintas.
Las semillas de marihuana hidropónica generalmente se traen en pequeñas cantidades desde Estados Unidos por medio del servicio regular de correo, ya que son difíciles de detectar. La reproducción se realiza mediante capullos que permiten deshijar las matas y así multiplicarlas en espacios controlados o laboratorios con iluminación y ventilación controlada.
El dióxido de carbono se usa en las plantaciones como acelerante en el crecimiento. De igual forma, las condiciones de luz son fuente de crecimiento y por eso las lámparas suelen estar encendidas toda la noche y a veces, incluso, de día.
Todo esto le da la posibilidad a los productores de manipular el crecimiento y obtener mayor concentración de tetrahidrocannabinol (THC), elemento psicoactivo del cannabis, y vender esa droga a precios más altos.
La Policía confirma que “se ha presentado un aumento en cuanto a los decomisos de plantas y kilogramos de marihuana en este tipo laboratorios”, los cuales se equipan en bodegas o casas de habitación con luces, ventiladores, generadores eléctricos y demás tipos de implementos.
Por ejemplo, el año pasado las autoridades ubicaron el más grande laboratorio de esta naturaleza que se haya visto en el país, situado en una alejada zona montañosa de Puriscal de San José y abastecido por un total de 120 paneles solares.
La estructura contaba con 10 aires acondicionados, estaba forjada con una estructura metálica “y era utilizada para el almacenaje y cultivo de aparentes plantas de marihuana y sus derivados en un espacio controlado”, según indicó Seguridad.
Sin embargo, también se han detectado cultivos mucho más caseros, como el que encontró el Cuerpo de Bomberos el 11 de junio en un residencial en Belén de Heredia, cuando fue a atender una emergencia por un conato de incendio en una vivienda.
La producción nacional de esta marihuana hidropónica o “creepy”, como se le conoce en la calle cuando es de alta calidad, no necesariamente está vinculada al crimen organizado, según explicó la Policía ante consultas de este diario. El Ministerio de Seguridad Pública (MSP) detalló que, aunque es delito, la siembra de cannabis con este método no se asocia normalmente con esta criminalidad, ya que cualquier persona que cuente con los insumos y herramientas puede cultivarla.
¿Y para consumo propio?
Para la Policía, no existe diferencia entre una siembra de cannabis para consumo personal y un laboratorio de marihuana hidropónica, porque a su consideración “ambos cultivos pueden ser utilizados para fines comerciales y abastecer el mercado”.
Aunque durante la discusión del proyecto de ley para legalizar el cannabis medicinal en el país se expuso que en Costa Rica hay ciudadanos que cultivan marihuana para tratar sus enfermedades o para fines recreativos alejados de la comercialización, por el momento la ley es tajante para castigar a cualquier persona que tenga esta planta en su casa, sin importar su motivo.
De esta manera lo estipula el artículo 58 de la llamada Ley sobre estupefacientes, sustancias psicotrópicas, drogas de uso no autorizado, actividades conexas, legitimación de capitales y financiamiento al terrorismo (Ley No. 8204), que data de 1998.
“Se impondrá pena de prisión de ocho a quince años a quien, sin autorización legal, distribuya, comercie, suministre, fabrique, elabore, refine, transforme, extraiga, prepare, cultive, produzca, transporte, almacene o venda las drogas, las sustancias o los productos referidos en esta Ley, o cultive las plantas de las que se obtienen tales sustancias o productos.
“La misma pena se impondrá a quien, sin la debida autorización, posea esas drogas, sustancias o productos para cualquiera de los fines expresados, y a quien posea o comercie semillas con capacidad germinadora u otros productos naturales para producir las referidas drogas”, dice la legislación, que castiga de la misma forma a quien siembra como a quien venda.