Gerson Bagnarello Salazar, vecino de Llorente, Tibás, de 25 años, se perdió dos días junto con un amigo en las montañas del Bajo de la Hondura, Moravia, en octubre del 2014.
Habían salido en bicicleta y decidieron dejarlas ocultas a un lado del camino para entrar un rato al bosque, el cual forma parte del parque nacional Braulio Carrillo.
“Fue una experiencia que de pronto se tornó desesperante, porque al desorientarnos no teníamos idea de lo que puede llegar a pasar. Eran diferentes tipos de emociones, pensaba en la angustia que podía estar pasando mi familia”.
Dice que en medio de esa montaña, decidieron enfocar su energía a buscar la forma de salir. Primero caminaron río abajo, pensando que tal vez encontraban a alguien, pero no fue así.
Al caer la noche, tuvieron que conseguir palos y ramas de unas palmas que había en la zona, de modo que hicieron una especie de refugio, pero no pudieron dormir, debido a las nubes de mosquitos y otros insectos en el lugar.
Aunque se pusieron barro encima para tratar de que no los picaran, fue infructuoso y apenas pudieron descansar y recuperar un poco de energía, pues no llevaban alimentos, ni abrigo.
El Bajo de la Hondura, mejor conocido como camino de las Carretas o camino Carrillo, se encuentra incrustado en el parque Braulio Carrillo y cuenta con la particularidad de que, actualmente, existen segmentos de piedra de la ruta de aquellos años, la cual comunicaba Paracito de Moravia con la confluencia de los ríos Sucio y Hondura.
Al día siguiente, los extraviados volvieron a tomar agua de las nacientes del río y acordaron dejar de seguir esa ribera y más bien atravesar la montaña. Después de horas de luchar contra la maleza por una zona boscosa y muy empinada, lograron, al fin, encontrar la ruta inicial.
Gerson dice que su compañero, Byron Pérez, llevaba celular, pero se le había descargado.
Cuando iban saliendo se encontraron con las patrullas de Cruz Roja que horas antes habían entrado a buscarlos, al trascender la desaparición. Fue ahí cuando les dieron agua y alimentos.
Al día siguiente la familia fue a recuperar las bicicletas al punto donde los jóvenes las habían dejado.
Afirmó que el error cometido fue entrar a una zona desconocida, muy virgen y de poca visitación. “Yo nunca había ido a ese lugar y confié en que mi amigo afirmó que conocía la ruta, pero de pronto no encontramos la salida”, afirmó.
Bagnarello, quien ahora es profesor de Educación Física, pide a los senderistas informarse primero sobre la ruta y que les acompañe una persona que conozca muy bien la zona.
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