La muerte de una joven madre y sus dos niños, víctimas de un atropello el 24 de febrero del 2011, no solo se convirtió en una historia que todavía espera justicia, sino en un drama que dividió a una familia.
El accidente ocurrió en la comunidad de Boston, del distrito de Carrandí de Matina, en Limón. Le costó la vida a Dinia Flores Fernández, de 25 años, y a sus pequeños, Jaison y Yandry Natalia, de tres y un año.
La mujer y el niño murieron en el sitio. El deceso de la menor ocurrió dos días después en el Hospital Nacional de Niños, adonde había sido trasladada de urgencia vía aérea tras recibir los primeros auxilios en el Hospital Tony Facio, de Limón.
Como acusado por el triple atropello figura un trailero de apellidos Tercero Quiñonez, de 46 años, tío político de la mujer. La esposa del hombre, Adenaida Flores Flores, es hermana de Juan Antonio, el papá de Dinia.
El hombre enfrentó un primer juicio en julio del 2013, proceso que concluyó con un fallo absolutorio. Aquella resolución la dictó el Tribunal de Limón integrado por Luis Esteban Araya, Xinia Marín y Freddy Quesada. Aunque la decisión fue objetada ante el Tribunal de Apelaciones, este órgano confirmó la absolutoria el 21 de agosto de ese mismo año.
Fue la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia –que conoce los recursos de casación en materia penal– la que el 4 de julio de 2014 anuló todo lo actuado y ordenó un nuevo debate.
El nuevo juicio comenzó la semana pasada.
Drama familiar
“Esa mañana del 24 de febrero del 2011 nos marcó a todos para siempre porque, a raíz de este litigio, nuestra familia que vivía unida y en prosperidad se dividió, y hoy nos topamos enfrentados en un Tribunal. Nosotros lloramos la muerte de mi prima y sus hijos. Estuvimos en las velas y los funerales. Los acompañamos en esas primeras semanas de inmenso dolor y, hoy en día, para que ellos reciban una indemnización, mi padre tiene que ir a la cárcel”, expresó Juliet Tercero, prima de Dinia e hija del imputado durante un receso en el Tribunal de Juicio de Limón.
Ella estaba al lado de su madre y dos amigos. Los cuatro acompañaban a Tercero, sentado en el banquillo de los acusados, junto a sus abogadores defensores José Ramón Morales y Juan José Picado.
Al otro lado del pasillo y sin cruzarse palabra estaban otros familiares de las víctimas.
Juliet afirma que su prima había salido de su casa minutos antes del atropello pues la llegó a buscar para escoger unas prendas de vestir. Esa era la vivienda del tío imputado.
Cuando ya estaba lista, salió con sus hijos a esperar el autobús, pues iba de regreso para su casa en Limón 2.000. Fue entonces cuando ocurrió el accidente, al momento en que el trailero volvía a su casa procedente de una finca a la que había ido a transportar unas cajas de banano.
Faltaban unos 60 metros para llegar a la vivienda. Las causas del accidente siguen sin estar claras.
La Nación intentó hablar con Tercero pero declinó. José Ramón Morales, uno de sus defensores, dijo que lo único que esperaban era que quedara, finalmente, demostrada la inocencia.
Los padres
“Ella llegó a pasar unos días con nosotros para alegrarnos con una noticia muy especial que quería darla de manera personal: tenía tres meses de embarazo. Esperaba su tercer hijo”, recordó el padre de Dinia, Juan Antonio Flores Flores, minutos antes de que comenzara el juicio.
A partir de ese momento, dijo el padre, se quebró la paz en la familia.
“Para mí ha sido bastante duro porque la resolución del caso se ha extendido demasiado. Lo único que me mantiene en pie es la esperanza que se haga justicia. Esto ha sido una espera muy pesada para todos nosotros”, dijo el agricultor y padre y abuelo de las víctimas.
La mayor congoja la vivió Emilia Fernández Urbina, la madre de Dinia, porque ella vive en Delta Costa Rica, un remoto poblado en la margen del río San Juan.
“La mala noticia la recibí a través de una llamada telefónica. El dolor que sentí en ese momento es indescriptible y lo peor de todo fue sentirme miserable porque no podía trasladarme inmediatamente para ver a mis seres queridos y ver en qué podía ayudar”, dijo.
Ella llegó a Limón para ver a su hija y un nieto en sus ataúdes. Estuvo para saber del fallecimiento de la niña, un día después.
La madre y abuela se mostró muy consternada en el juicio, especialmente cuando se refería al dolor que le causaba el recordar el evento trágico.
Según recordó, las honras fúnebres se pudieron realizar con la ayuda económica de sus vecinos.
“Nuestra familia ha vivido años muy duros, algunos de ellos críticos porque, en medio del dolor y la depresión, en mi caso, he llegado a escuchar las voces de mis sobrinos e incluso hasta me parece haber visto a su mamá”, afirmó Santos David Flores Hernández, hermano de Dinia.