Un oficial del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) destacado en la subdelegación de Garabito, en Puntarenas, fue sorprendido mientras compartía con un reconocido delincuente, aparentemente, “en estado de ebriedad y abrazándose efusivamente”.
Así consta en una misiva enviada al agente por el director del OIJ, Francisco Segura, quien luego remitió una copia al Consejo Superior del Poder Judicial.
En su carta, Segura señaló que el caso fue remitido al Tribunal de la Inspección Judicial para que se realice la indagación respectiva.
Mientras tanto, el agente identificado con el apellido Coto, de 41 años, será trasladado de su puesto a la Sección de Inspecciones Oculares y Recolección de Indicios del Departamento de Investigaciones Criminales.
El Consejo Superior conoció el documento en la sesión del pasado 24 de setiembre.
Como amigos. De acuerdo con la nota del director del OIJ, los hechos que se le achacan a Coto ocurrieron durante la tarde del pasado viernes 30 de agosto.
Ese día, el oficial fue visto junto a su esposa y dos sujetos departiendo en un restaurante ubicado en el paseo de los Turistas, en Puntarenas.
Según la información oficial, uno de los individuos es un sujeto de apellido Jiménez, mejor conocido como Coneja, quien ya tiene antecedentes por una condena de 11 años de prisión por homicidio y robo.
Actualmente, está vinculado con nueve causas penales.
El otro acompañante, según el OIJ, es un colombiano de apellido Avilés.
El informe policial indicó que los tres hombres estaban ebrios, conversaban y se abrazaban.
Luego, según las autoridades, el grupo se retiró en un vehículo hacia el sector conocido como “la punta”, también en la ciudad de Puntarenas, pero fueron detenidos en un retén de la Fuerza Pública.
“(...)su persona se encontraba en estado de ebriedad (según movimientos corporales no controlados, su estado facial, el olor a licor que expedía, así como el vómito que realizó en el lugar), con el arma de reglamento”, detalló Segura en la misiva a Coto, al relatar lo que a su vez informó la Fuerza Pública.
Cuando el grupo fue abordado por los policías, Avilés les habría manifestado que no podían tomar acciones contra ellos porque estaban acompañados por un agente del OIJ y procedieron a marcharse.
Segura detalló que otro funcionario del OIJ observó lo sucedido y alertó a la oficina de Puntarenas.
En coordinación con el Ministerio Público, algunos oficiales siguieron a Coto y a sus acompañantes y realizaron un informe.
Ayer, La Nación intentó hablar con el agente, pero no respondió las llamadas a los teléfonos registrados a su nombre.
Manos atadas. Este caso se suma a otros que han motivado a Segura a desaprobar las limitaciones que tiene para poder sancionar a subalternos cuestionados por faltas.
La legislación indica que la Policía Judicial solo puede castigar a sus agentes cuando la sanción corresponda a un máximo de 15 días de suspensión. Los casos más graves deben ser remitidos a la Inspección Judicial, en la que, por ley, las indagaciones pueden extenderse hasta por un año.
Como respuesta, la Dirección del OIJ propuso una reforma para crear un Tribunal Administrativo Disciplinario.
“¿Qué necesitamos? Que los jefes de oficinas no tengan la responsabilidad de sancionar para que no se echen enemigos encima y, además, tener la posibilidad de despedir a gente por hechos fundados”, expresó Segura en una entrevista en setiembre.
Pese a gestiones ante la oficina de prensa del OIJ, ayer no fue posible hablar con el director.
Sandra Castro, vocera del Poder Judicial, indicó que, en el caso del agente Coto, la subdelegación de Garabito presentó el 9 de setiembre la queja respectiva ante la Inspección.
“El 8 de octubre se hizo el traslado de cargos y actualmente el caso está en trámite”, detalló la funcionaria.