Karla de Broi era una de las dos únicas motorizadas en la Policía de Tránsito, por lo que fue reclutada como escolta para una actividad de la Asamblea Legislativa, el 24 de mayo del 2013.
Eran las 9 a. m. de ese día cuando montó la motocicleta para salir de su casa en Esparza, en Puntarenas, hacia San José.
Todo transcurría según lo planeado. Sin embargo, mientras conducía cerca del cruce de Palmares y San Ramón, el ruido de una bocina le advirtió de un peligro inminente.
Segundos después, fue golpeada brutalmente por la carreta de un furgón. Lo primero que hizo después del accidente fue llamar a la delegación para pedir una patrulla. Luego, solicitó una ambulancia.
De Broi, quien fue voluntaria con la Cruz Roja por 25 años, recuerda que al verse las heridas que tenía en la mano y el pie izquierdos, supo que esas lesiones no sanarían. Luego le confirmarían que habría que amputar ambas extremidades.
Aunque era una decisión muy difícil, la oficial sabía que eso le permitiría retomar su vida normal poco a poco, con la ayuda de una prótesis. Al contrario, si se resistía, correría el riesgo de que una bacteria atacara su cuerpo.
“Tenía dos opciones: seguir adelante o echarme a morir. Tengo una mamá adulta mayor a quien cuidar y dos hijos a los que debo darles el ejemplo de que, si la vida te golpea, vos te levantás”, expresó esta mujer de 40 años.
De Broi no se dio por vencida. La actitud positiva ha sido su ley y eso le ha ayudado a seguir trabajando en la institución que tanto estima: la Policía de Tránsito.
Lección. Su filosofía la hace considerar el percance como una lección para que aprendiera a disfrutar cada momento y respiro.
Por ello, intenta tomar con el mejor humor posible lo que ocurrió. Por ejemplo, contó que antes del 2013, ella utilizaba el pelo largo, pero, como ahora se le dificultaba hacerse una cola, optó por cortarlo. “Lo hice para que se viera bonito y para que no fuera incómodo”, expresó.
Asimismo, asegura que cuando va a su manicurista, le reclama que debería cobrarle la mitad “porque es solo una mano”. Claro, lo hace en son de broma.
“Hay que aprender a vacilar ante la situación y no quejarse tanto. Somos contados los que quedamos con vida después de un accidente de este tipo.
”Yo no necesito que me chineen demasiado porque uno se hace muy inútil; lo que anhelo es disfrutar a las personas que quiero y seguir trabajando”, agregó.
Después del incidente, De Broi fue trasladada de la delegación de Esparza a la de San Ramón de Alajuela. Allí atiende llamadas, el radio y la ventanilla para el público. Por el momento, ella no puede patrullar, ni tampoco atender accidentes y, según comentó, es precisamente eso lo que más falta le hace.
Su gran esperanza es regresar a las calles. “Las cosas no son sencillas, pero no hay que darse por vencida”, manifestó.
Sin decir ‘no’. Para quienes trabajan con De Broi, ella es un ejemplo de entrega y optimismo.
Incluso su jefe, Mariano Rodríguez, la describe como una persona de carácter y, sobre todo, muy apasionada por su trabajo.
“Si todos los tráficos fueran como ella, todo sería muy distinto. A Karla le gusta tanto lo que hace, que lo hace de la mejor manera”, indicó Rodríguez, quien la conoce desde hace dos años.
Sus compañeros la consideran un gran apoyo, ya que, aseguraron, ella nunca dice que no y siempre los ayuda a salir adelante con sus tareas. Respecto a su personalidad, Rodríguez la calificó como “una belleza; tiene una sensibilidad muy linda y es muy sincera”.
Karla de Broi no se echó a morir en la carretera. Al contrario, siente que ese accidente fue una oportunidad para renacer.