El cantante que nació en Alaska, Kevin Johansen, y el dibujante que viajó a la Antártida para conocer a los pingüinos, Liniers, se presentaron ayer, por primera vez, en el centro de América: el Jazz Café, en Escazú, fue el lugar que acogió su inusual show, en el que uno canta y el otro traza dibujos a partir de cada melodía.
Después de las 9 p. m. y ante un local completamente lleno inició el concierto con Amor Finito. Inmediatamente quedó claro que muchos habían esperado durante largo tiempo el concierto dibujado.
Siguió el tema Baja a la tierra, otra pieza del nuevo material del grupo llamado "(B)ivo en México". Para En mi cabeza Liniers no perdió la oportunidad para lucirse, dibujando a un personaje amarillo atormentado por los recuerdos de un amor pasado.
Más que un concierto, la noche se fue transformando en un espectáculo interactivo. "Llegó la hora de los avioncitos" anunció el vocalista, mientras Liniers doblaba una de las hojas blancas pintadas en un gran avión de papel. La audiencia enloqueció al darse cuenta que el ilustrador iba a obsequiar sus dibujos. La dinámica se repitió varias veces durante la noche y en todas la euforia se apoderó del público.
Otros temas nuevos seguirían. En Vecino, Liniers reinterpretó las caricaturas de uno de sus dibujantes predilectos, Matt Groening, creador de Los Simpson; quien por su parte al conocer a Liniers, lo consideró su dibujante "favorito del mundo".
S.O.S. tan Fashion y Mc Guevara's o Che Donald's fueron algunas de las más coreadas. Después, saludaron a Mónica, una niña que cumplía cinco años ese día y, cual si fuese planeado, empezó a sonar El Círculo."Una que nació justamente con una niña pequeña que despertaba de una siesta veraniega y surgieron estos acordes circulares", señaló Johansen. Le siguió una pieza que, según Johansen, nació como una inspiración en el trabajo de Liniers: La hamaca.
Para fascinación de los seguidores del dibujante, la pequeña Enriqueta y a su gato Fellini fueron los protagonistas durante esa pieza. El artista terminó por regalarse su dibujo a Mónica, quien talvez nunca recuerde ese cumpleaños con la misma intensidad –y envidia– con la que los recordarán los cientos de asistentes al recital.
Cumbieros. "Esa va dedicada sobretodo a aquellas abocadas al estudio voraz, a la lectura insaciable, al enriquecimiento de su más íntimo fuero pero que, sin embargo, dan rienda suelta a su corazoncito cumbiero", dijo Johansen para presentar Cumbiera Intelectual, una de las más esperadas de la noche. La emoción de los fanáticos del grupo no se hizo esperar y tres chicas del público fueron las elegidas para compartir el escenario bailando con Johansen y Liniers.
Sonaron también otras más tranquilas, como Hindue Blues, No seas insegura, Everything Is... y No tiene nombre, y otras donde la ironía, el arma de Johansen en muchas de sus letras, sale a relucir, como Mc Guevara's o Che Donald's y Sos tan fashion.
Kevin salió del escenario por un momento que algunos creyeron el final de la jornada. Más, el argentino salió preparado para la parte del concierto que describió como "molotov": esa en la que muchos bailaron al ritmo de cumbia, milonga, tango o cualquier otro ritmo en que se pueda inscribir la música de un Johansen que se describe como "des-generado".
Casi dos horas después del inicio del concierto, muchos seguían coreando y pedían las canciones más esperadas, entre ellas Sur o no sur, Guacamole, No digás quizás y Anoche soñé contigo."Soñar y nada más... Con los ojos abiertos. Qué lindo que es soñar! Y no te cuesta nada más que tiempo...", decía la canción, mientras Liniers trazada un personaje que flotaba sobre su cama al pensar en una mujer.
Alrededor de la medianoche llegó el Fin de fiesta. Liniers dejó pincel y papel para bailar y despedirse del público. No faltó quien pidiera "otra", tampoco quien tomará sin permiso el último dibujo que Liniers dejó sobre su mesa. Como dice la canción, "ya se terminó, ya se va la gente" aunque todos salen desean verlos regresar y con el consuelo de que luego de esa noche "no hay foto que quiera borrar".