Una reveladora investigación sobre acoso político contra mujeres revela la profunda violencia que sufren las políticas que quieren acceder a puestos de elección popular.
“Como el alcalde le prometió a la segunda vicealcaldesa darle un salario –cosa que no estaba dentro del presupuesto--, por un año le dí la mitad del mío a ella”, reconoció, ahora sí con una sonrisa en sus labios, la actual alcaldesa de Pérez Zeledón, Vera Corrales. Sin embargo, el acoso y las situaciones degradantes sufridas por ella le amargaron la vida por mucho tiempo.
Ella encarna una de las situaciones más comunes que sufren las mujeres que se atreven a incursionar en la política partidaria: el acoso político.
Así lo revela el estudio Gobernando como gatas panza arriba, de la investigadora Graciela Incer y publicado por la Fundación Konrad Adenauer, que explora las múltiples y sutiles formas de violencia que sufren las mujeres que se atreven a escalar puestos dentro de los partidos políticos.
El acoso político se define como las acciones de violencia contra las mujeres que ejercen la representación política y que afectan e inhiben su derecho a la participación y su desempeño eficaz en puestos de poder. El acoso puede provenir de hombres o mujeres de diferentes sectores, desde los mismos partidos hasta instituciones públicas y sociales. Se han documentado desde comentarios con contenido violento y de descalificación, hasta violencia física.
Según Graciela, las mujeres entrevistadas en su estudio denunciaron que los partidos las nombran como comodines para llenar la cuota de paridad que establece la ley y el Tribunal Supremo de Elecciones, así como la Ley de Promoción de la Igualdad Social de la Mujer, se les asignan labores que no corresponden a sus cargos y que suelen ser como una extensión de las tareas domésticas, desde hacer y servir café hasta hacer de secretarias, así como casos de acoso sexual.
Los conflictos más comunes se dan, según este estudio, entre alcaldes y alcaldesas, aunque lo vive cualquier mujer en cualquiera de los escalafones del sistema partidario y se recrudece en el ejercicio mismo del cargo y van desde no asignarle oficina ni financiamiento, hasta ejercer presión social y política para que renuncie; se las descalifica en su inteligencia y capacidad por ser mujeres y se las sustrae de tomas de decisiones importantes al establecer, lo varones, agendas paralelas en horarios no laborales.
De acuerdo con la alcaldesa Vera Corrales, en su caso, ser mujer y joven se lo han cobrado mucho desde que asumió el cargo tras el primer plebiscito revocatorio que se realizó en el país hace dos años, para deponer a un alcalde. “Me decían: ¿esa chiquilla podrá?”, contó durante la presentación del libro de la Fundación, el cual se realizó ante numerosas mujeres que asumirán cargos públicos el próximo 1 y 8 de mayo.
“'Eso es mucho para una mujer', 'es que usted no sabe de puentes, carreteras y esas cosas', 'es que no sabe manejar personal', son algunos de los comentarios descalificativos que suele escuchar la alcaldesa. Incluso, contó que tuvo que trasladar a un subalterno de su puesto pues él se negaba a recibir órdenes de una mujer.
Cifras y realidad
Según la magistrada del TSE, Eugenia Zamora, tanto en Costa Rica como en el resto de los países del continente, las acciones afirmativas y de paridad para incorporar más mujeres en puestos de cargos de elección popular, hay una gran resistencia de apertura por parte de los partidos políticos.
Sin embargo, un estudio del Instituto de Estudios Sociales en Población (Idespo), de la Universidad Nacional (UNA) y que se dará a conocer la próxima semana, revela que más del 80% de los costarricenses cree que el país se beneficia con que las mujeres ocupen puesto públicos y una mayoría está de acuerdo con tomar medidas en favor de la incorporación y participación plena de las mujeres en política.
Además, señala que 65% está de acuerdo en poner porcentajes obligatorios para que puestos políticos sean ocupados por mitad hombres y consideran que los partidos políticos no favorecen la participación de las mujeres.