La IV edición del Mercedes Benz Fashion Week San José inició con más bríos que nunca. Ya vamos por la mitad del evento, que hoy tendrá su tercera jornada y es buen momento para hablar sobre lo que, hasta el momento, hemos visto.
El primer día, el miércoles 27 de abril, fue denominado Chapter one, un evento privado donde cinco diseñadores ticos mostraron sus propuestas de una manera similar a la que se hace en el resto del mundo: rompiendo con el formato tradicional de pasarela para dar paso a un montaje, performance, danza, etc. Cada diseñador crea su concepto de muestra según su colección. Oscar Ruiz-Schmidt, Eric Mora, Jennifer Lang, Olivier Skinner y Ana Gutiérrez fueron los creadores que estuvieron presentes ese día.
Lo bueno. La danza urbana, inclusiva y vibrante de Plivertees, marca de Olivier Skinner. A decir verdad, su participación me intrigaba y desconcertaba ya que una marca tan “urbana” me parecía fuera de lugar. Sin embargo, Olivier llevo esa esencia de su marca al Hotel Intercontinental con un baile pegajoso, efectuado por los más variados integrantes: el chico gordito, el esbelto, la flaca, la alta, el bajito. Con camisetas iluminadas -necesito una camiseta con luces en mi vida- y combinaciones de aires noventeros, Skinner inició la noche por lo alto.
Lo bello. Los estampados de la colección de Eric Mora de Amor y señor (El Amparo), realizados por el colombiano Nicolás Cuestas del Estudio Bitácora de Colombia. Su característico aire vintage y colección cuidada se conviritió en una maravilla con los diseños de colores suaves, que se combinaron con negro y blanco.
Lo que queremos. Los vestidos multiforma de Oscar Ruiz -y toda la colección- que cada vez adquieren más detalles y juegan con texturas y colores. Su muestra fue, sin duda, la más original de la noche y la que más tomó en cuenta el espacio donde se desarrollaría ya que aprovechó la altura para que los modelos mostraran los atuendos.
Lo malo. El espacio. Si bien es un nuevo concepto, los organizadores ignoraron tomar en cuenta una zona para fotógrafos y camarógrafos. Además, la cantidad de gente conviritó el salón Arboleda en un lugar abrumador donde la visibilidad de algunos de los stands era más que limitada.
Lo ausente. El trabajo de Ana Gutiérrez, llamado “Naturaleza y ciencia” estaba inspirado en fractales y contó con la colaboración de Intel para crear piezas donde la tecnología jugaba un papel ejemplar. No obstante, a pesar de lo fascinante que se halla en el trasfondo de la colección, las piezas inteligentes -que se conectaban con dispositivos móviles- no se lucieron como pudieron hacerlo ya que su exposición se limitó al uso de música y luces.
Lo desligado. Todos nos quedamos sin aliento al ver de cerca el pole dance que presentó Jennifer Lang, pero esperaba un bolso como parte del performance. Su propuesta, que tiene un público ya definido, contaba con trabajos en cuero con texturas florales y otros que jugaban con piel de conejo y cristales. Las formas eran atrevidas y divertidas: un cono, tipografías que remitían al comic. Sin embargo, el foco fue un baile que estaba un tanto desligado de la colección.