El acelerado ritmo en el que vivimos, el estrés y la ansiedad por lograr objetivos económicos, laborales, académicos y hasta deportivos nos conducen cada vez más al síndrome que ya los psicólogos han denominado como del “quemado o fundido”. Cuando nos enfrentamos a este tipo de situaciones, lo más recomendable es buscar escapes que nos permitan seguir avanzando. Uno de estos es precisamente la meditación, cuyos beneficios han sido demostrados incluso mediante estudios científicos.
¿Qué es meditar?
En palabras sencillas, es regular la mente para conseguir un estado de paz y tranquilidad por medio del control de las emociones y los pensamientos. Esto no significa dejar la mente en blanco, pues, como dice en tono jocoso Ismael Cala en su columna semanal en Perfil.com: “Si la mente se te está quedando en blanco, llama a emergencias inmediatamente, pues algo sucede ahí adentro”.
Para Manrique Sanabria, entrenador físico y profesor de yoga y meditación, esta práctica es una disciplina que incluye muchas variantes. Él, personalmente, se especializó en la enseñanza del mindfulness, que en español se entiende como la atención plena en el presente. “Es una habilidad natural en todo ser humano, la cual se puede entrenar y mejorar. Se hace con una intención, sin juzgar y de manera compasiva”. Agrega que se debe ser paciente, pues -como todo entrenamiento- requiere constancia.
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¿Para qué sirve meditar?
Los efectos de esta práctica han sido estudiados con métodos científicos para probar y medir sus resultados. Una investigación publicada por la revista Psychosomatic Medicine demostró una reducción de estrés y depresión en pacientes con cáncer que se sometieron a un programa intensivo de meditación. Esa misma fuente también difundió un estudio realizado en voluntarios, quienes lograron fortalecer su sistema inmunológico después de unos meses de practicar mindfulness con regularidad.
Asimismo, meditar hace que las personas sean más ecuánimes, menos reactivas y violentas ante estímulos externos; esto se debe a que logran estados de conciencia profundos, por lo que no responden desde el cerebro reptiliano o básico.
Finalmente, no podemos ignorar que es una de las principales aliadas de la psicología positiva, ya que contribuye a mantener a raya los pensamientos destructivos o negativos. La escritora Sharon M. Koenig, autora de Los ciclos del alma, asegura que tenemos en promedio 60 mil pensamientos diarios, la mayoría de ellos negativos, repetitivos y del pasado. Imagine lo que podríamos lograr si vigiláramos ese diálogo interno.
¿Por dónde empezar?
Existen muchas herramientas para iniciarse en esta práctica, desde clases presenciales hasta las aplicaciones para el celular. Aquí compartimos algunas recomendaciones de Sanabria para principiantes.
1. Establezca metas sencillas. Una de las dificultades de la meditación es adquirir el hábito, por lo que iniciar con un minuto al día es más efectivo que tratar de meditar 10 minutos y no hacerlo con regularidad.
2. Acepte ayuda. Existen muchas apps con meditaciones guiadas por un profesional. Esta es una forma muy válida y que le permite tener acceso a profesores de primer nivel.
3. Medite a diario. Establezca un momento del día que sea realista para usted. No importa si solo puede hacerlo por un minuto; lo más importante es la constancia. Se ha demostrado que los beneficios se perciben más por la frecuencia que por la duración de las sesiones.
4. Póngase cómoda. No necesita sentarse en el suelo, cruzar las piernas o buscar un tipo de ropa específica, sino sentirse seguro y tranquilo.
5. Observe su respiración. Una de las formas más simples de meditar es enfocarse en sentir la sensación de respiración en el cuerpo. Si luego de unos segundos o minutos nos damos cuenta de que nos estamos distrayendo con pensamientos o preocupaciones, sepa que es muy normal. Una vez que lo reconocemos, volvemos a iniciar sin culpa.