El que quizá fue el mayor enemigo de Estados Unidos durante el 2013 surgió de sus mismas entrañas y sus actos acercaron a la realidad la idea de que un “Big Brother” nos vigila a todos. El analista informático Edward Snowden y sus revelaciones sobre el espionaje que ejerce Estados Unidos dentro y fuera de sus fronteras, abrieron una tempestad diplomática que aún no cesa y dispararon temores ante un EE. UU. que “puede mirarlo todo”.
Snowden, un tímido joven de 30 años, filtró en junio a la prensa –especialmente al diario británico The Guardian– decenas de miles de documentos que detallaban las capacidades de espionaje de la entonces poco nombrada Agencia Nacional de Seguridad (NSA).
Uno de los programas revelados por el segundo personaje del año, según la revista Time , obliga a las operadoras telefónicas estadounidenses a entregar a la NSA datos que incluyen los números marcados, la hora y la duración de las comunicaciones.
Otro programa abarca las actividades en Internet de millones de personas en el mundo, con la ayuda de gigantes como Microsoft, Apple, Google o Facebook. Estas y otras compañías se reunieron el 17 de diciembre con Barack Obama para instar a su Gobierno a avanzar hacia una reforma de sus programas de espionaje.
El Gobierno defiende las acciones justificándolas dentro de su lucha contra el terrorismo.
Entre las cuerdas
Tras las revelaciones de Snowden, Obama ordenó una revisión de los programas, la cual tiene por objetivo garantizar que Estados Unidos espía no porque “quiere”, sino porque “debe”. El presidente ya recibió el informe del panel independiente encargado del análisis, que contiene más de 40 recomendaciones y será estudiado ahora por el mandatario y su equipo.
El informe estará listo en enero, según anunció la Casa Blanca, y se espera que Obama presente luego las conclusiones públicamente en ese mismo mes.
Pero esa es solo una parte del incendio. En el otro foco de las llamas están aliados europeos, a cuyos líderes Estados Unidos espió, así como México y Brasil.
La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, ha denunciado el espionaje estadounidense que, según revelaciones de Snowden, afectó las comunicaciones de la propia mandataria a la petrolera estatal Petrobras, y a ciudadanos brasileños. Junto con Alemania, Brasil presentó en la ONU un proyecto de resolución sobre el derecho a la privacidad en la era digital.
El pasado martes 17 de diciembre, Snowden se ofreció a ayudar a investigar el espionaje en Brasil, país al cual podría solicitarle asilo permanente, según el diario Folha de Sao Paulo . En julio, antes de ser acogido por un año en Rusia, Snowden había pedido asilo a Brasil, así como a otros países, pero este no fue atendido pese a que el gigante suramericano tiene una amplia tradición de conceder asilos. Snowden es hoy prófugo de la justicia de su país, que ha negado cualquier intento de negociación.