Una parte del Pacífico Central costarricense abrió sus entrañas para mostrar su fecunda flora y fauna, la exuberante belleza de sus playas y la majestuosidad de sus paisajes.
En 90 minutos el hastío josefino quedó atrás para que una parte de la paradisiaca Costa Rica se desnudara ante nosotros y posara con su mejor perfil a la cámara de Alonso.
Los pulmones se cargaron de aire puro y fresco, y el imponente sol acompañó una travesía que por dos días dejó atrás las presas y el bullicio de la capital. Estábamos en Los Sueños Marriott Ocean & Golf Resort, en playa Herradura.
La aventura era parte de los reportajes turísticos que publica desde semanas atrás Revista Dominical en convenio con el Instituto Costarricense de Turismo (ICT).
Ese hotel habría sido nuestra primera parada si hubiésemos respetado el itinerario inicial, pero lo alteramos en dos ocasiones: la primera, para desayunar, y la segunda, para observar los lagartos en el río Tárcoles, un ritual que disfrutan tanto locales como extranjeros.
Eran las 10:15 a. m., el sol mostraba su esplendor más poderoso.
Oscar Quesada, funcionario del hotel, dio inicio a la visita guiada dentro y fuera de las instalaciones de este remanso que conjuga su arquitectura con la naturaleza para convertirse en un destino familiar ideal, sobre todo en vista de su cercanía con la capital.
Serían al menos dos horas de caminata por los pasillos y zonas de entretenimiento del hotel, y una más recorriendo, en carrito, su campo de golf.
El Marriott Los Sueños se caracterizan por mantener un estilo colonial, por tener parte de sus pisos cerámicos pintados a mano y por tomar en cuenta a artesanos costarricenses para el diseño y elaboración de su mobiliario en hierro.
El lujo desborda por todos lados, pero si salimos de sus paredes, el espacio natural que lo rodea, sorprende.
Este hotel tiene una sola piscina de 1.600 metros cuadrados; contiguo a ella hay otra pileta de un tamaño mucho menor y exclusiva para niños.
La brisa del mar roza el rostro de quienes deciden refrescarse en la gran piscina; choca con las hojas de los árboles y con las grandes palmeras, refresca y relaja.
Las sensaciones de placidez inundan en espíritu al caminar por los exóticos jardines.
Óscar Quesada destaca que Los Sueños es un hotel de conveniencia para los turistas nacionales porque se ubica en un punto estratégico y tiene cómodas tarifas (para los ticos van desde los $112 dos adultos y dos niños).
Entre las actividades que se pueden desarrollar, además de las caminatas por la pacífica playa Herradura, están jugar golf, relajarse con un masaje, degustar de la variada gastronomía que se elabora en sus cinco diferentes restaurantes o visitar la Marina Los Sueños, donde yates de diferentes procedencias, estilos, colores y tamaños se bambolean al ritmo del viento y del mar.
En ese hotel, el tema del golf es especialmente importante. Su campo es de 52 hectáreas y 18 hoyos y se ubica en medio del bosque lluvioso. Los Sueños diseñó el tour La Iguana , en el que por $25, una pareja podrá abordar uno de los carros e internarse en el bosque, conocer el campo y explorar un nuevo mundo. De verdad, el recorrido remoza los sentidos porque los pone en contacto con una realidad que solo se halla en el corazón del bosque.
La travesía por Los Sueños había finalizado, pero a unos cuantos kilómetros de distancia, la brisa del mar y las grandes olas ya tendían, de nuevo, la mano.
La cuna del surf
Menos de 20 minutos necesitó don Enrique, el chofer, para llegar a playa Hermosa. Junto a Magaly Mora, gerente del hotel Terraza del Pacífico, avanzamos hacia el área de piscinas para encontrarnos con David Segura, Juan Carlos Flores y Yorgina Ureña, de Del Mar Surf Camp, una compañía de Jacó que se encarga de impartir clases de surf.
Ellos dictaron las generalidades que siguen con cualquier aprendiz de ese desafiante deporte. Entre ellas, hablaron de la trayectoria de la academia de 10 años, los datos generales de la playa en la que darán las lecciones, las señales de emergencia y el equipamiento.
De seguido, iniciaron con la sesión. Podría parecer irónico que la primera clase se imparta más en tierra firme que en el inquieto mar pero, por supuesto, tiene toda la lógica.
Ni modo que los principiantes se tiren al agua a la primera, mala idea.
Magaly cuenta que entre Del Mar Surf Camp y Terraza del Pacífico existe una especie de alianza debido a que el hotel se ubica en uno de los mejores puntos para practicar el surf. Aprender a surfear con Del Mar Surf Camp cuesta desde $44.
“Es un hotel de descanso. Tenemos la facilidad de que el sonido del mar, de las lapas o de los tucanes hacen que los visitantes se sientan más confortables; además, cuenta con una vista fenomenal y está ubicado en uno de los mejores puntos para el hacer surf. Hay que aclarar que el hotel es para toda la familia”, dijo Mora. Luego se refirió a la promoción que tendrán hasta el 15 de noviembre de $150 por pareja, incluidas las tres comidas y bebidas.
Como Los Sueños, Terraza del Pacífico tiene una ubicación estratégica ya sea hacia Jacó o Manuel Antonio, el destino al que llegaríamos el viernes a primera hora.
Majestuoso
El Parque Nacional Manuel Antonio es el más visitado del país. En el 2014 ingresaron 385.000 turistas, precisó Gerardo Chavarría, director de Áreas Silvestres Protegidas de Acopac.
Un equipo de Iguana Tours Costa Rica nos adentró en el maravilloso escenario, hogar de 353 especies de plantas, 107 de mamíferos, 335 tipos de aves, 93 especies de reptiles y 56 de anfibios.
Con ellos recorrimos –desde las 8 a. m.– los principales senderos e hicimos kayak –en la tarde– por la exótica playa de Manuel Antonio.
El Parque Manuel Antonio tiene una belleza mágica. En su cúspide ofrece una vista completa de la costa y en sus playas escondidas se encuentra la paz. En la inmensidad del oceáno el sol refleja su rostro para poner al descubierto las bellezas marinas de su playa.
Iguana Tours ofrece desde hace 26 años aventuras ecoturísticas en el Pacífico Central. Además de las caminatas por el parque y el kayak en el mar, hacen caminatas nocturnas, rafting , paseos a caballo y catamarán. Los precios van desde los $65, según el tour.
La vuelta a San José desde cualquier destino turístico siempre tiende a desteñir el espíritu.
Lo bueno de regresar es que, en este pequeño país estos y otros parajes están, en el mejor de los casos, a apenas hora u hora y media de distancia.
Y esto alimenta la esperanza de regresar a la metrópoli de cemento, a las presas, al ahogo citadino pero siempre pensando en la próxima e inminente escapada. Un lujo de cercanías geográficas que difícilmente se encontraría uno en otro país.