Nada de La Pinta, La Niña y La Santa María. Álvaro de Marichalar Sáenz de Tejada emprende la más ‘loca’ de las aventuras marítimas en un transporte del tamaño de un delfín.
Así como suena. Álvaro, de 61 años, se propuso hace tres años darle la vuelta al mundo en la embarcación más pequeña de imaginar: una bici acuática. Solo para hacerse una idea y dimensionar su tamaño, basta decir que la longitud de su embarcación desde la proa a la popa es de tres metros. Nada más.
Desde esa moto acuática navega en pie y la mayor parte del tiempo en solitario, pasando fronteras, amaneceres, atardeceres, congojas y con los ojos abiertos como platos ante la magnificencia de un planeta que se llama Tierra pero que, en realidad, es más agua que otra cosa.
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El sueño de una vida
Don Álvaro no lo olvida. Cuando tenía 6 años su familia lo llevó por primera vez a conocer el mar. El nació en Pamplona, San Sebastián, al norte de España y, en una escapada de vacaciones sus padres tomaron el carro y quisieron mostrarle que el ser humano podía nadar.
Álvaro se sorprendió. No podía creer que una persona pudiera resistir la vida fuera de la tierra firme. Al ver a su familia mover sus brazos y direccionarse sobre el mar, se asombró y, mientras los veía bracear, algo en el paisaje capturó su atención. Como dice explícitamente él, “veía un horizonte misterioso al final de la línea del mar. Pensaba qué habría después de esa línea y qué ocurrirá cuando la pasamos”.
Creció entonces asombrado por el océano y sus misterios pero aferrado a las exigencias que implica la vida continental. Estudió en un colegio de Jesuitas, hizo el servicio militar español, migró a Estados Unidos, estudió administración de empresas en la Universidad de Miami, trabajó en el bar de la universidad, acabó su carrera, tomó otro vuelo transatlántico y regresó a su país natal, tuvo ideas y las puso en acción.
Su principal ocurrencia fue algo mayor: se dedicó hacer los enlaces necesarios y rodearse de la gente adecuada para crear Telesat, una de las primeras cadenas televisivas con antenas parabólicas en España.
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El proyecto fue todo un éxito. Álvaro empezó a cosechar una buena reputación y capital, pero parecía que algo le hacía falta. Era feliz, todo pintaba bien, pero había un impulso dentro de sí que le pedía no ser, simplemente, un hombre de traje y corbata.
En general, la vida de la sociedad nunca le fascinó a Álvaro. Un claro ejemplo es que desde hace 25 años no tiene televisión. “No me distraigo en cosas que no son edificantes”, dice, “yo lo que quiero es rodearme de gente buena, positiva y no perder el tiempo”.
El tiempo es todo un tema en su vida. Al repasar su vida, él cuenta que es un obsesivo del tiempo en el mejor sentido de la palabra, porque al percatarse que no era feliz siendo solo un hombre de negocios, supo que lo que quería era conocer el mundo tanto como pudiera.
Y, por supuesto, cruzar fronteras es una tarea que tiene un gigantesco ‘tictac’ detrás. El tiempo juega en contra si lo que se desea es aprovechar sus días hollando lo inexplorado.
“Entonces me dije: voy a trabajar, trabajar y trabajar para ahorrar y salir al mundo, pero yo quería conocer el mundo de la misma forma en que me enamoré de su naturaleza: a través del agua”, recuerda emocionado.
En el 2019, al fin, Álvaro encontró la excusa perfecta para lanzarse a mar abierto y cumplir el sueño de una vida: el aniversario de los 500 años de la primera circunnavegación al planeta.
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Un poco de historia
Es algo que está en todos los libros de Estudios Sociales, pero nunca está de más recordar la historia de cómo ocurrió la primera vuelta al mundo.
Aquella épica travesía fue realizada entre 1519 y 1522 y fue liderada por el navegante portugués Fernando de Magallanes y completada por el español Juan Sebastián Elcano.
La expedición, patrocinada por el rey español Carlos I, tenía como objetivo encontrar una nueva ruta a las islas de las especias, en las Molucas (Indonesia), y así evitar el monopolio comercial de los portugueses en la región. Magallanes partió de Sevilla, España, el 10 de agosto de 1519, al mando de una flota de cinco naves y unos 270 hombres.
Después de atravesar el Atlántico y llegar a Brasil, la flota navegó hacia el sur hasta alcanzar el estrecho que hoy lleva el nombre de Magallanes, que conecta el océano Atlántico con el Pacífico. Después de cruzar el estrecho, la expedición navegó hacia el oeste, cruzando el Pacífico y llegando a las Filipinas en marzo de 1521. Allí, Magallanes murió en una batalla con los nativos y el mando de la expedición pasó a Juan Sebastián Elcano.
Elcano llevó las dos naves restantes, la “Victoria” y la “Trinidad” a través del océano Índico y alrededor de África, llegando finalmente a España en septiembre de 1522. Solo 18 de los hombres originales sobrevivieron a la expedición, pero habían logrado circunnavegar el mundo, demostrando que la Tierra era redonda y abriendo nuevas rutas comerciales para los españoles.
La expedición de Magallanes-Elcano es considerada uno de los mayores logros de la navegación y la exploración. Principalmente, es recordada como la primera circunnavegación de la Tierra en la historia de la humanidad.
Ahora, don Álvaro quiere entrar en los libros de la historia emulando ese desafío, pero con embarcación notablemente más pequeña: una scooter acuática Sea-Doo / BRP (este es el modelo de su moto marítima).
Por si fuera poco, don Álvaro permanece siempre en pie sobre su embarcación para poder amortiguar mejor los golpes constantes contra las olas y evitar así daños en la columna vertebral.
No es una ocurrencia. Aunque él ha soñado con esta expedición toda su vida, desde los últimos treinta años ha estado explorando el mar para prepararse para esta mega aventura.
Desde hace años, don Álvaro es muy conocido a nivel internacional por extraordinarias hazañas náuticas, con las cuales ha conseguido catorce récords mundiales. Algunos ejemplos son los siguientes.
En 1992 recorrió de Ibiza a Mallorca, logrando el récord del mundo de distancia a mar abierto.
En 1999 navegó desde Porto (Portugal) a Puerto Portals (España) logrando 400 millas náuticas sin escalas, un récord del Mundo de distancia sin escalas. Además, en uno de los tramos de esa travesía, logró hacer 200 millas náuticas sin escalas ni tocar costa, lo cual se convirtió en el récord del mundo de distancia navegada a mar abierto.
En el 2002 partió de París (Francia), pasó por Dover (Inglaterra) y acabó en Londres (Inglaterra), logrando el récord del mundo ‘Primera Travesía en moto acuática’, navegando en solitario. Esto solo por mencionar algunos de sus hitos.
Ahora, todas sus energías están concentradas en esta expedición, la cual inició en el mismo punto en que Magallanes zarpó hace más de 500 años.
La ruta se inició en Sevilla, España, el 10 de agosto del 2019. Allí le dio la vuelta a Portugal y Francia sin barco de apoyo. Después, cruzó el mar Atlántico desde el Sur de España, desde Gibraltar hasta la isla de Guadalupe, ubicada a 600 km al norte de las costas de América del Sur. Este recorrido lo hizo con una embarcación de apoyo.
Desde allí continuó la ruta pasando por el Caribe hasta La Habana, en Cuba. De allí cruzó a Miami, donde llegó el 16 de marzo del 2020, una fecha inolvidable porque el mundo empezaba a cambiar. La pandemia por covid-19 desbalanceó, al igual que el resto del mundo, sus planes, por lo que tuvo que esperar 23 meses para reiniciar la expedición.
Zarpó de Florida en febrero del 2022 y desde allí navegó toda la costa de Estados Unidos, México, Belice y Guatemala hasta llegar a Puerto Limón, Costa Rica, la semana del 13 de marzo del 2023.
Esta misma semana, tras unas revisiones que le darán a su moto acuática, don Álvaro continuará su ruta. Saldrá con destino hacia Panamá y atravesará la costa del Océano Pacífico para llegar hasta Alaska, en Estados Unidos. Una vez asentado allí, tomará provisiones, hará una nueva revisión de su moto acuática y tendrá una larga expedición por delante: deberá llegar hasta Kamchatka, en Rusia, continuar en todo Asia y volver a Sevilla, España, al punto en que zarpó. Para cumplirlo, calcula que le quedan unos tres años por delante.
Pero más allá de los reconocimientos y la notoriedad, don Álvaro tiene un propósito principal a la hora de emprender sus travesías marítimas: concientizar sobre el respeto y cuidado del medio ambiente.
De lo bello a lo feo
En su actual expedición, una de las acciones más importantes para don Álvaro es animar a las personas de todo el mundo (en especial a los más pequeños) a quitar los plásticos de las playas. En sus palabras, considera que concienciar a las nuevas generaciones es la única solución para salvar al mundo de la contaminación.
Don Álvaro eleva su mirada al cielo cuando se pone a pensar al respecto, cuando su mente se llena de memorias sobre lo más bello y lo más feo que se le ha aparecido en el océano.
—¿Qué es lo más increíble que ha visto? Imagino que ha de haber visto los paisajes más espectaculares…
—Sí claro, pero déjame decirte que lo más bello que he visto en todo este recorrido han sido las personas que conozco, que son de todo tipo, de toda condición, raza, religión y, todas tienen algo en común: tienen la solidaridad del mar. El mar tiene algo mágico, hace que la gente se ayude entre sí. A mí la gente me da su afecto, su cariño, sus ideas, su ánimo…
“Aunado, hay situaciones en la naturaleza donde se ven esos amaneceres y atardeceres mágicos acompañados de criaturas en la mar: ballena, delfín, tiburón, medusa, pájaros, atunes, peces voladores…”
—¿No ha tenido temor ante estas criaturas?
—Pues viera que la mayoría no son peligrosos. Mi mayor temor es la medusa venenosa, pero por ejemplo los tiburones no atacan. Hay algo muy bello también en el mar: los delfines son ángeles de la guarda que lo acompañan a uno y lo protegen.
—¿Y qué ha sido lo que menos le ha gustado ver?
—Lo más trágico es el plástico. No tienes idea lo muy presente que está en la mar. Uno no se imagina cuánto plástico hay hasta que hace estas rutas náuticas. El plástico es un melodrama que reconvierte la misión principal de esta expedición. La mar es un sitio duro cuando se navega en medio del plástico.
“A mí me da mucha tristeza porque el mar es un espacio de vida, es sano. E agua salada representa la salud, el origen… Todos venimos del mar y eso uno lo siente cuando se enamora de esta vida. Yo me siento más del mar que de la Tierra y no es ilógico: la mayor parte de nuestro cuerpo es del agua. Tampoco se puede olvidar que la mayor parte del planeta es de agua. Si estuviéramos más conscientes de ello respetaríamos más el océano”.
—¿Qué es lo que más le gusta de pasar calendarios en el agua?
—El horizonte del mar se parece a nuestra vida. Cuando vemos nuestra vida y pensamos qué queremos hacer con ella, siempre topamos con horizontes de esperanza, objetivos y metas que intentamos conseguirlas explorando. Esa reflexión me atrae mucho y me hizo darme cuenta, desde pequeño, que quería explorar lo que había detrás del horizonte físico, pero también del personal.
—¿Qué dice su familia y sus amigos sobre este tipo de aventuras épicas?
—Muchas personas entienden mi fascinación por el mar. En general la mayoría me da los mejores ánimos.
“Sobre mi familia y mi origen, yo siempre recuerdo que soy de Pamplona, Navarra, por eso ando el escudo de armas de la región en mi embarcación. Siempre lo llevo conmigo. Y por supuesto estoy lejos de gente que quiero, pero prefiero no pensar tanto en el tiempo que me falta para estar con ellos porque me quedan tres años. Yo pienso en encontrar soluciones para seguir con mi expedición y, cuando me dé cuenta, estaré de vuelta. Pero tengo muy claro que esta expedición es mi vida”.
—¿Cuál ha sido el momento más complejo de esta expedición?
—Ha habido muchos momentos de altísimo riesgo. Se me ha quedado la embarcación varada, he tenido problemas mecánicos por plástico que se me mete en la turbina de propulsión. He tenido que esperar que barcos pesqueros me rescaten, que alguna embarcación venga por mí y me arree para seguir adelante. Pero uno siempre encuentra la solución y, como te decía, el mar es mágico y la solidaridad siempre aparece.
“En la vida, como en la mar, no hay que concentrarse en los problemas sino en las soluciones. Siempre he logrado conseguir mecánicos en puertos, alguien me ha echado un cable en la mar, algún pescador me ha llevado a tierra... Cada momento tiene una solución distinta”.
—¿Cómo ha logrado rentabilizar una expedición como esta?
—Yo trabajo desde los 18 años y todo lo que gano lo invierto en el bien más preciado que es el tiempo, tiempo para experimentar, tiempo para conocerse, tiempo para respetarse, tiempo para viajar. Da igual que sea una moto acuática o sea por tierra, pero conocer el mundo es una forma de conocerse a uno mismo y solo encontrarse con uno mismo es la única manera de respetarse y respetar a los demás.
“Al conocer otras fronteras y otras personas uno aprende a respetar lo ajeno, al prójimo y al medio ambiente. Todo dinerito que gano lo invierto en explorar”.
—¿Cuál es su anécdota preferida del mar?
—Pues recorrer todo lo que se hizo hace 500 años te da una sensación del viajar en el tiempo, de estar al lado de tus ancestros. Supongo que no hay nada que emocione más que sentirse en una página de la humanidad. Espero que todas las imágenes que vea en este viaje las pueda recordar hasta el último de mis días.
Puede seguir el progreso de esta vuelta al mundo en el sitio web my.yb.tl/NUMANCIA