Río de janero. AFP Los brasileños celebraron su clasificación a las semifinales de la Copa del Mundo zambulléndose en el Atlántico o bañándose en cerveza y caipirinha, aliviados tras vencer 2-1 a Colombia en Fortaleza.
En el Fan Fest instalado en la célebre playa de Copacabana de Río de Janeiro, más de 15.000 aficionados soplaban vuvuzelas y agitaban caxirolas, su versión brasileña, bañándose unos a otros en cerveza y caipirinha, el cóctel nacional de cachaza, limón verde y azúcar.
Unos 100 hinchas, la mayoría completamente vestidos, corrieron hacia el mar inmediatamente después del pitazo final y realizaron una zambullida colectiva, mientras el humo de los petardos y los fuegos artificiales iluminaban la noche carioca.
El alivio por la victoria es tanto más fuerte cuanto que Brasil se clasificó por un pelo para los cuartos de final, al ganar 3-2 a Chile en penales el sábado pasado.
La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, conmemoró en su cuenta Twitter: “la victoria merecida, con talento y garra”.
Pero no todo fueron buenas noticias para los brasileños, tras la baja por el resto del mundial de su astro Neymar, por fractura en una de sus vertebras lumbares.
“Vamos a ganar la Copa y contra Argentina en la final”, se escuchó en la celebración de toda la fanaticada brasileña.
Archirrivales. Uno de los bares junto al lago de Brasilia está plagado de argentinos, que han invadido la capital de Brasil, donde su selección se enfrenta a Bélgica hoy.
Con sus camisetas albicelestes, entran en discusiones bastante cordiales con los brasileños.
A partir del segundo gol de Brasil y hasta el final del partido, los brasileños comenzaron a cantar victoria al coro de “Argentina, puedes esperar, tu hora va a llegar”, mientras los argentinos responden “Messi la Copa nos va a traer”.
En Sao Paulo, Lucienne Aparecida dos Santos lleva las uñas recién hechas con los colores y el escudo de Brasil con purpurina.
“El principio del partido me agarró en casa y ya no me quise mover por si traía mala suerte. Pero hemos padecido demasiado, a la selección le falta juego y tenían que haberlo zanjado en la primera parte”, dice la aficionada de 51 años.
En una esquina de Sao Paulo, Renato Alves, de 23 años, hijo de un colombiano y residente en Brasil, apuraba su vaso vistiendo la camiseta amarilla de Colombia.