Belo Horizonte, Brasil. La Selección se alejó por primera vez de la playa en su paso por Brasil, al llegar ayer a Belo Horizonte.
Por tres días y dos noches sentirá el aire citadino que no tiene Santos y que tampoco se percibió en Fortaleza o Recife.
De primera entrada, se nota que esta ciudad del este del país está en un proceso de cambio.
No es Brasilia; empero, ya tiene bastantes edificaciones modernas. Mucho tiene que ver con que el aclamado arquitecto Oscar Niemeyer, muerto en 2012, quien dejó su huella aquí también.
Eso contrasta con la parte más antigua de la ciudad, es decir, el centro, sofocado por los edificios comerciales y de apartamentos.
Aun así, se mantienen las costumbres típicas, según explicó Gontijo, taxista y minairense de toda la vida. Una de ellas es la feria dominical en Avenida Afonso Pena, la cual ayer abarcaba unos 300 metros de largo y 50 de ancho, con más de 400 toldos de venta de cualquier tipo de productos.
Escenario. Del estadio Mineirão, donde jugará mañana la Tricolor frente a los ingleses (10 a. m., hora tica), se pudo ver poco; los oficiales de FIFA no permitieron visitar las tribunas ni la cancha, tal y como sí sucedió en otros escenarios.
No obstante, es evidente que si bien no se construyó de cero, está totalmente reformado.
Se reabrió en diciembre del 2012, siendo el segundo estadio en estar listo para la Copa. Pertenece al Cruzeiro, actual monarca del Brasileirão, como se le conoce a la Primera División del país.