El paratleta José Pablo Gil había terminado el año 2022 motivado y con grandes ilusiones. Después de ganar dos torneos en la categoría de dobles masculinos en Turquía y quedar en segundo lugar en individuales, todo parecía indicar que tendría un 2023 aún mejor de cara a su clasificación para los Juegos Parapanamericanos de Santiago 2023, que se llevarán a cabo en noviembre próximo.
Sin embargo, el infortunio llamó a su puerta el 3 de diciembre, cuando regresaba a casa y la aerolínea Lufthansa extravió su silla de ruedas de competencia, valorada en $10 mil (5,5 millones). Hasta la fecha, no ha logrado recuperarla, lo que pone en peligro su participación en los juegos continentales.
José Pablo, quien compitió en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020 y es uno de los atletas más destacados de América, ha experimentado frustración al ver cómo los días pasan sin que nadie se haga responsable y sin poder recuperar la silla especial que necesita para representar a su país.
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“Desde diciembre del año pasado, la aerolínea Lufthansa extravió mi silla de competencia con la que juego tenis. Desde entonces, todo mi proceso se vio afectado. Tuve que ajustar mis metas porque sin una silla de competencia, obviamente, no puedo entrenar de la misma manera ni competir contra los rivales que se encuentran en los primeros 20 del mundo”, destacó Gil.
Aunque ha continuado entrenando y participando en diferentes eventos internacionales, no ha sido fácil para él. Tuvo que pedir prestada una silla de competencia a sus compañeros, a pesar de que no se ajusta a sus necesidades físicas.
“En mi mente quiero clasificar a los Panamericanos, ir por una medalla, pero está situación me lo hace más complicado, por lo que espero solucionarlo lo más pronto posible. Voy a estar sin silla todo el proceso clasificatorio y espero poder tenerla de nuevo para los Juegos Parapanamericanos de Santiago de Chile, en noviembre próximo”, añadió Gil.
Para José Pablo, quien en 2016 sufrió un accidente de tránsito que le dejó sin movilidad en las extremidades inferiores, su situación actual es complicada. Su mayor deseo es representar a Costa Rica y seguir siendo un ejemplo para las personas que han pasado por experiencias similares, motivándolas a no rendirse y seguir adelante.
“Sin duda, ha sido un desafío emocional muy grande. Tengo metas y expectativas, y enfrentar dificultades fuera del deporte debido a situaciones que no están bajo mi control es muy complicado. Ha sido extremadamente difícil intentar comunicarme con ellos (Lufthansa) y buscar un reembolso. Encontrar la silla es aún más difícil. Estos son los momentos más difíciles que he vivido como atleta”, agregó Gil.
“Son mis piernas”
José Pablo, quien incluso jugó la Copa del Café en su adolescencia, antes de sufrir el accidente, indicó que al tratarse de una silla especial no es tan sencillo sustituirla. La que le perdieron fue hecha para él y sus necesidades físicas.
“En mi caso la silla de ruedas son mis piernas, son mi movilidad en la cancha: es todo para mí. Para cada atleta, se le construye una silla específica, dependiendo de su discapacidad y el deporte en que se desempeñe, así como sus gustos y preferencias. La silla es importante y puede hacer diferencia en el desempeño deportivo para un atleta de alto rendimiento”, declaró Gil.
El joven tenista explicó que comprar una nueva implica encargarla en los Estados Unidos, debido a las dimensiones y características que se requieren para competir y eso también lleva tiempo.
“Mi silla tiene un valor de $10 mil (₡5,5 millones), pero los atletas que están entre los 20 mejores del ránquin mundial utilizan unas valoradas en $40 mil (₡22 millones) o $50 mil (₡27, 5 millones). Sin duda es una gran diferencia, pero va desde el peso, el material con que se construye y otros detalles que sin duda marcan la diferencia, porque es nuestra movilidad en la cancha”, reiteró Gil
En este momento, lo que más preocupa a José Pablo es que la clasificación a los Juegos Parapanamericanos se disputará en julio próximo y sin su silla está en desventaja con los demás rivales.
“Siento presión, porque sé que debo tener buenos resultados. Por el momento varios compañeros me han prestado sus sillas para competir, pero no es fácil porque están adaptadas a sus necesidades y hasta me he caído en los partidos por el tipo de lesión que tengo. Igual aprendí a no quejarme y voy a darlo todo por poder representar al país dignamente”, manifestó Gil.