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Hace tres semanas, José Fernández fue fotografiado mientras celebraba una de sus habituales genialidades en el diamante. | FOTO: WILFREDO LEE/AP (Wilfredo Lee)
José Fernández desertó de Cuba a bordo de un bote en su cuarto intento, cuando era un adolescente.
Y cuando su madre cayó en el Canal de Yucatán durante la travesía, el joven se lanzó al agua y la rescató, tal cual detalla la agencia AP.
Ese antecedente heroico de Fernández hizo de su muerte, ocurrida a primeras horas del domingo pasado, un hecho mucho más desgarrador.
Pero resulta que esta es esta es solo una de las aristas que convierten esta historia en un cúmulo de tristes ironías y dolorosas circunstancias, como se leerá más adelante.
¿Qué ocurrió?
El amanecer dominical del 25 de setiembre recibió a la Florida, al resto de Estados Unidos y a los principales medios de comunicación del continente con una triste noticia: el popular as de los Marlins de Miami, de solo 24 años, había muerto en un accidente de lancha.
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Así fue hallado el barco en el que viajaban los tres amigos. Los guardacostas lo resguardaron, antes de trasladarlo a la costa para la respectiva investigación. | FOTO: PATRICK FARREL/AFP (Patrick Farrell)
Fernández y dos amigos, Eddy Rivero y Emilio Macías, murieron cuando el bote de pesca Kaught Looking, de 10 metros de largo y propiedad de Fernández, chocó a alta velocidad contra el rompeolas de Government Cut, al sur de Miami Beach, dijeron los investigadores.
El bote volcado y semisumergido fue hallado a las 3:30 de la madrugada, y los cuerpos de los tres muchachos aparecieron unos minutos después, dos debajo de la lancha y otro más flotando en el agua.
En los días siguientes al accidente, han trascendido dolorosos detalles adicionales a la tragedia.
Por su fama como deportista, su atractivo físico y su carisma, José era objeto constante de notas en la prensa rosa estadounidense, en especial en Miami.
Aún así, lo que habría sido una “bomba” noticiosa entre medios faranduleros se convirtió en una triste primicia: apenas cinco días antes de su muerte, el joven deportista publicó en su cuenta de Instagram una foto de una mujer embarazada en la playa, hoy identificada como su novia, María Arias, junto a un mensaje en inglés que decía: “Estoy muy feliz de que hayas llegado a mi vida. Estoy listo para ir adonde nos llevará este viaje juntos. #primerolafamilia”.
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Solo 5 días antes de su muerte, Fernández posteó esta imagen de su novia embarazada, María Arias. Iba a ser padre de una niña.
Inicialmente los medios informaron que la mujer era Carla Mendoza, exporrista de los Marlins y quien tuvo una sonada relación de tres años con José. Sin embargo, ellos terminaron silenciosamente en abril y en poco tiempo el joven inició una relación con María Arias, quien a la fecha está embarazada de cinco meses y espera una niña que, evidentemente, jamás conocerá a su padre, quien estaba vuelto loco de la alegría, han dicho sus familiares.
En medio de todo, su exnovia, Carla, ha colgado conmovedoras declaraciones de amor y duelo en sus redes sociales, y también ha ofrecido mensajes de apoyo para María y la criatura que nacerá en unos cuatro meses.
Enojo y frustración
Sin embargo, a pesar de la felicidad de la pareja, una discusión que habrían tenido el domingo por presiones de la futura madre y su familia para que la pareja se casara en noviembre, sería la que desató el enojo de Fernández, quien según confirmó el martes el sitio de noticias estadounidense TMZ, estuvo en el American Social Bar & Kitchen, de Brickell la noche de su muerte.
Will Bernal, amigo de los fallecidos, el lunes publicó en su cuenta de Instagram una captura de pantalla de los mensajes de texto que le había enviado a su Eduardo Rivero, los que evidencian la angustia de Fernández y la advertencia de Bernal en el sentido de que fueran cautelosos si se hacían a la mar.
“Trata de mantenerlo cerca de la costa (el bote) si sales”, le dice Bernal a Rivero.
El hoy fallecido le contesta con una frase que ahora parece macabra.
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El béisbol profesional le rindió honores a José Fernández a lo largo y ancho de Estados Unidos. En el juego entre los Cerveceros de Milwaukee y los Rojos de Cincinnati, en el Miller Park (Milwaukee, Wisconsin), se rindió un minuto de silencio in memóriam. | FOTO: JON DURR/AFP (Jon Durr)
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Estremecedor: Los compañeros del equipo reposan sus gorras sobre el número que usaba la estrella, su emblemático 16. | FOTO: LYNNE SLADKY/AP (Lynne Sladky)
“Confía en mí, aún no es mi hora”. Entonces, Bernal insiste: “Solo trata de calmar a José, dile que recuerde lo que le dije” agrega Bernal, quien hoy se lamenta de no haber hecho algo más para evitar que los muchachos tomaran alguna decisión al calor de estados alterados.
Nueve años después de casi dejar la vida en el intento por salir de Cuba (donde incluso estuvo encarcelado por uno de sus intentos de evasión de la isla), José Fernández estaba viviendo el sueño americano en una manera pletórica: fama, futuro, dinero, energía, talento, carisma... el cubano estaba, literalmente, en la cresta de la ola.
Pero no siempre fue así.
Antes de convertirse en una de las promesas más grandes del béisbol en Estados Unidos, José atravesó momentos durísimos tras lograr su sueño de pisar suelo estadounidense.
Fue el propio pircher quien le contó al Miami Herald, en el 2013, cómo fueron aquellos meses llenos de llanto y angustia.
“Aquí me sentí tan impotente. Abrumado. Nunca he sentido nada peor que mis primeros meses aquí. La cárcel (cubana) se sintió mejor que esto, y yo debía convivir en con un tipo que mató a siete personas”.
De acuerdo con una reseña publicada por el sitio argentino Infobae, el cambio radical de cultura y de idioma fueron un coctel difícil de digerir para el joven de apenas 15 años que había logrado huir junto a su hermana y a su madre, pero había dejado atrás a su abuela, su ser más querido. “Es el amor de mi vida… es mi todo”, explicaba Fernández.
Justamente, es ella, doña Olga Fernández, una de las máximas dolientes con lo ocurrido a su adorado nieto.
“Es el golpe más duro que he recibido en mi vida”, dijo la señora a la prensa esta semana, totalmente destrozada.
Siembre según Infobae, al llegar a Estados Unidos, el adolescente nacido en Santa Clara debía aprender rápido las costumbres más simples con las que él no estaba familiarizado. Desde no lanzar los envoltorios de confites en la calle, hasta lavarse las manos antes de comer, normas de convivencia que no le eran familiares, pues en Cuba escaseaba el jabón.
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Una pintura bajo los ojos con la leyenda “R.I.P.” (“Descansa en paz”, por sus siglas en inglés) fue usada por cientos de jugadores en partidos de estos días. Fue el caso de Jonathan Villar, de los Cerveceros de Milwaukee. (Foto: Darren Hauck/AP)
Según contó, le costaba encender la computadora, no sabía que su celular podía guardar contactos y los llevaba anotados en un papel.
Esta “ignorancia” pronto lo convirtió en el centro de burlas de sus compañeros de clase. Hasta que un día golpeó a un niño por llamarlo “cubanito” en forma despectiva. Hasta ahí llegó el bullying.
Pero José seguía a la deriva. Ni siquiera pudo ingresar a secundaria: estaba demasiado frustrado para hacer la prueba de convalidación y hasta su nombre puso en el lugar incorrecto a la hora de llenar la boleta.
Pero todo cambió un día, durante una práctica de béisbol del equipo escolar. Fernández convenció al entrenador de hacer una prueba y terminó sorprendiendo a todos: “Después de que me vieron jugar todos querían hablar conmigo e intentaban hablar español”, declararía años después en la citada entrevista con el Herald.
Gracias a él la escuela logró dos campeonatos estatales y comenzó a forjar una carrera que le permitió convertirse en una de las figuras de los Miami Marlins: con 20 años, en el 2013 ganó el premio al Novato del Año de la Liga Nacional, y fue elegido en dos ocasiones para el Juego de las Estrellas.
Lo demás, es historia.
Una maravillosa historia, digna de un guion hollywoodense, de tinte triunfal, pero que dio un vuelco dantesco solo tres años después.
Estupor y duelo
En honor a José Fernández, el bateador zurdo Dee Gordon se paró ante el plato como si fuera diestro, para cumplir con el primer turno de los Marlins en el juego del lunes, según detalló la agencia AP.
Después de que le hicieron un lanzamiento, Gordon se colocó del otro lado de la caja de bateo. Y luego conectó un jonrón, con el que rindió el mejor de los homenajes al icónico cubano.
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Maritza Fernández y Olga Fernández, madre y abuela de la estrella reciben soporte durante el funeral en la iglesia St. Brendan's, en Miami (AP)
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María Arias, novia de José Fernández, con casi cinco meses de embarazo, lució serena en el funeral. (AP)
Gordon encontró un lanzamiento del dominicano Bartolo Colón, de los Mets de Nueva York, con cuenta de 2-0, y envió la pelota por encima del muro del jardín derecho, para conseguir su primer bambinazo de la temporada.
Lo que vino después, les destempló el alma a millones, incluso a quienes ni siquiera habían escuchado hablar antes de José Fernández.
El bateador se dio unos golpes en el pecho en cuanto pisó el plato, y señaló hacia el cielo. Luego, fue evidente que sollozaba, mientras sus compañeros lo abrazaban en la cueva.
El ambiente en el Marlins Park, unas tres horas antes del primer lanzamiento, era propio de un funeral. Los peloteros realizaron sus estiramientos en medio de un silencio que impresionaba.
Pero alguien encendió el sistema de sonido, y comenzaron a sonar las notas de un reguetón por todo el parque. Fue como si hubiera comenzado un esfuerzo sobrehumano para que los Marlins y el béisbol volvieran a la normalidad, aún sin Fernández.
Se canceló una carrera de animales prevista para después del quinto inning, lo mismo que otros divertimentos contemplados durante el juego. La mayoría de los bateadores de los Marlins solicitó que no se interpretara en los altavoces la música habitual que acompaña su llegada a la caja de bateo.
Pero incluso en esas condiciones sombrías, se realizó el juego contra los Mets.
“Esto es duro, pero el espectáculo debe continuar”, dijo el presidente de los Marlins, David Samson. “Se ha hablado, llorado y orado mucho. También se ha tratado de encontrar sentido a algo que no lo tiene. No tiene sentido que una vida haya terminado así, en esta forma” .
Este miércoles, finalmente, jugadores y empleados de los Marlins de Miami escoltaron el miércoles una carroza fúnebre que llevaba los restos del pitcher José Fernández desde el estadio del equipo hasta su velorio.
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Marc Antohy fue una de las celebridades que se hiceron presentes en el funeral. Se acompaña del presidente de los Miami Marlins, David Samson (AP)
El dueño de los Marlins, Jeffrey Loria, el manager Don Mattingly, el coach de bateo Barry Bonds y los jugadores del equipo, incluyendo su estrella Giancarlo Stanton, vistieron camisetas blancas con la imagen de Fernández y las letras “ RIP ” (Descansa en Paz) mientras caminaban lentamente alrededor de la carroza que salía del Marlins Park en el barrio Pequeña Habana de Miami.
Muchos en la multitud de unas mil personas coreaban “¡José, José!” , y algunos ondeaban banderas cubanas en honor del popular lanzador cubano.
José Portuondo, un fanático de 55 años, dijo que Fernández fue un ejemplo para los cubanos que arriesgan la vida en balsas para llegar a Estados Unidos. El pitcher huyó de Cuba a los 15 años.
“Su historia es la misma de mucho en el sur de la Florida. Es muy familiar” , dijo Portuondo, quien trabaja como chofer de trolebús. “La tristeza permea el ambiente” , agregó.
Junko Sasaki, una japonesa de 40 años que pasa mucho tiempo en Miami, colocó fruta, arroz y agua en una especie de altar colocado en honor a Fernández afuera del estadio. Dijo que se trata de una tradición japonesa para asegurar que los muertos tengan lo que necesiten en el más allá.
“Es una costumbre japonesa. Así puede comer todos los días” , comentó Sasaki, quien agregó que Fernández una vez le tiró una pelota a las gradas durante un partido.