NUEVA YORK. AP. Los principales ausentes de la inminente postemporada de Grandes Ligas serán los últimos campeones.
Hace un año, los Gigantes de San Francisco ganaron 94 partidos. En los play-off , vinieron de atrás de déficits 0-2 y 1-3, para eliminar a los Rojos y Cardenales, respectivamente. Acto posterior, despacharon en cuatro juegos a los Tigres para adjudicarse su segundo campeonato de Serie Mundial en tres años.
Apenas cuatro de los 25 jugadores que conformaron su roster en la Serie Mundial no regresaron para 2013, y esos cuatro ni siquiera pudieron encontrar otro equipo.
También, decidieron renovar contrato a sus agentes libres, incluyendo a Marco Scutaro, Ángel Pagán y Jeremy Affeldt.
¿Todo bien para repetir? Al menos por los primeros dos meses, San Francisco estuvo en la pelea, en la cima del Oeste el 26 de mayo, justo un día después que Pagán liquidó un partido en el AT&T Park con un jonrón dentro del parque. Pero el jardinero puertorriqueño no volvió a jugar, perdiéndose tres meses por una lesión en la rodilla.
Y así prosiguieron las lesiones, dejando fuera de combate durante diversos tramos a piezas claves, como el abridor Matt Cain y al tercera base Pablo Sandoval.
Los Gigantes prácticamente no tuvieron tiempo para disfrutar los laureles, tirando la toalla a finales de junio cuando quedaron por debajo del porcentaje de .500. Se encuentran 19 juegos detrás de los Dodgers, los nuevos amos del Oeste de la Liga Nacional.
Pero los problemas de los Gigantes fueron más allá de lesionados.
El rendimiento ofensivo de Buster Posey se evaporó en la segunda mitad (36 extrabases y 48 remolcadas en los tres primeros meses; 13 y 24 en los siguientes tres).
Y el afamado pitcheo no estuvo al nivel de temporadas previas. Con 3.99 en promedio de carreras limpias permitidas, sus lanzadores amanecieron ayer en el antepenúltimo lugar del Viejo Circuito.
Con un porcentaje de ganados de .459 (72-85), los Gigantes se encaminan al tercero peor para un campeón vigente de la Serie Mundial, por detrás de los Marlins de Florida de 1998 (.333) y los Rojos de Cincinnati de 1991 (.457). Este es el primer año desde el 2008 en el que terminan por debajo de .500.
El manager Bruce Bochy dio a entender en los últimos días que tal vez debió haber tenido más mano dura con sus jugadores, prácticamente una admisión de que el equipo pecó por complacencia. “Voy a ser más exigente en los fundamentos”, prometió.